Resaca jerezana

LA ciencia avanza que es una barbaridad. Y más siendo Jerez la protagonista. Se ha podido demostrar que los yogures caducados producen alteraciones neurológicas que en las pruebas de TAC de urgencias aparecen como pequeñas lesiones que afectan a las conductas machistas de las personas sin que hasta la fecha se haya podido demostrar que sea una secuela generalizada o que se circunscriba al ámbito de cerebros de un determinado tipo de personas.

Los carteles propagandísticos electorales están teniendo unas consecuencias nefastas sobre la vista de los ciudadanos. No sólo por el daltonismo de colores o el tan temido efecto de perdida de confianza en la imagen corporativa del candidato, sino porque produce un efecto indeseado inmediato sobre la somnolencia de votantes que no acaban de ser informados de lo que puede significar Europa. Los trolley y maletines con asas largas tienen la particularidad de producir un eccema alérgico de contacto en jueces autistas ensimismadas que además de picores producen escozores por cercanía en todo aquel que se acerca a menos de medio metro. El fuerte viento de levante ya no solo afecta al despropósito de los alberos envejecidos o a las cabezas de quienes lo padecen , sino que en los últimos tiempos está teniendo consecuencias nefastas sobre otro tipo de personas que hacen declaraciones de todo tipo en relación con semanas santas sin pasos o casetas de ferias sin sevillanas. Estamos en una semana de resaca de feria que tiene efectos colaterales sin tener mucha relación con sus factores desencadenantes. Surrealistas o no, estamos consiguiendo cambiar la ciencia, y hacer que los efectos inesperados pasen a la condición de ser descubrimientos de premio Nobel. Desde el yogur, el machismo, los juicios mediáticos o la feria. Vamos a esperar a ver que nos depara tanto caldito de caracol, un día entero de reflexión, el fin de semana europeo o el polvo de camino. Deberíamos vacunarnos.