HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

San Román de Condat

29 de febrero 2008 - 01:00

L A costumbre católica de celebrar los días de los santos en el aniversario de la muerte, verdadero nacimiento a la Eternidad, pone a san Román en el día de hoy. Los años no bisiestos se traslada al 28 de febrero. Román, que no quiere decir sino "romano", sufrió tanto en los años finales de la definitiva caída del Imperio de su nombre que, no queriendo vivir entre bárbaros por romanizados que estuvieran, decidió irse de ermitaño a los bosques borgoñones y huyó de Lyón, ciudad romanísima. De carácter dulce, si bien no falto de energía, atrajo a muchos jóvenes galorromanos a su retiro, al que se unió su hermano san Lupicinio. Juntos fundaron el famoso monasterio de Condat, del que Román fue el primer abad, para acoger a los numerosos discípulos. Fueron tantos los novicios que un monje se quejaba de no tener dónde acostarse, aunque no le faltara con quién. Para evitar equívocos, san Lupicinio se encargó de la disciplina y la administración y construyó, con las donaciones del rey de Borgoña, una celda para cada monje y una escuela de Humanidades para formar obispos santos y nobles justos.

No obstante la prosperidad de la abadía o de las abadías, pues fundó varias cercanas unas de otras, además de la rama femenina dirigida por una hermana suya, Román no abandonó la vida penitente de cantor de salmos y buscador de raíces, mientras sufría con paciencia las pedradas de los demonios, furiosos por la santidad del lugar. El milagro más sonado del santo abad fue la curación de diez leprosos acogidos en un hospital no lejano del monasterio. Mandó que pusieran a todos los enfermos en una sola cama y se acostó con ellos. La escasez de camas debía ser un mal de la época. Cuando todos dormían, fue tocando las pústulas y llagas de los leprosos sin dejar de orar ni de cantar salmos. Al despertar se vieron todos limpios de la enfermedad y notaron la piel joven y fresca. Se cree que san Vivenciolo, obispo de Lyón, fue uno de los sanados.

En época de elecciones es saludable poner el ejemplo de la lucha de san Román contra los malos gobernantes. Harto de las injusticias y tiranías de un señor borgoñón vecino, y después de amonestarlo muchas veces, lo apresó y lo llevó obligado ante el rey. Lo acusó delante de la corte de ser perverso y degenerado con los campesinos indefensos bajo su autoridad. Averiguado el asunto, dispuso el rey el destierro del noble y donó las tierras del señorío a Condat. Con mano suave y firme gobernó a los campesinos con justicia y mansedumbre y les enseño nuevos cultivos y oficios. Tuvo un punto de vanidad al disponer su enterramiento, además de un rasgo de consideración hacia el sexo femenino: mandó ser sepultado fuera del monasterio para que las mujeres tuvieran acceso a la tumba. Se le representa leyendo bajo una higuera y apedreado por los demonios.

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