El tiempo en Jerez
Fin de semana frío y lluvioso
HABLANDO EN EL DESIERTO

Francisco Bejarano

San Telmo

15 de abril 2008 - 01:00

Es complicado saber cómo el beato Pedro González, dominico del siglo XIII, se convierte en san Telmo. Con mucha anterioridad a él hubo un san Erasmo semilegendario, obispo, que sufrió por dos veces el martirio del fuego, en la última persecución romana, sin quemarse. Fue salvado de ambos suplicios por unos ángeles. Por los fuegos fatuos que aparecen en los mástiles de los barcos en días de tormenta y que no queman, los marineros lo tomaron como patrón, o bien porque predicando un día le cayó un rayo sin dañarlo. En el proceso de formación de las lenguas modernas su nombre pasa de san Erasmo a san Ermo y de sant Elmo a san Telmo. Sus martirios continuaron hasta morir en uno de ellos. No son para relatar. La devoción marinera empezó en el Mediterráneo, pero pasa a Galicia llevada por los genoveses y pisanos constructores de galeras en tiempos del obispo Gelmírez. Desde entonces se erigen iglesias y ermitas bajo la advocación de Sant-Elmo.

El otro Telmo, Pedro González, viene por distinta vía. No se le llama así hasta el siglo XVI. Nació a finales del siglo XII y fue educado por un canónigo tío suyo llamado Telmo, que terminó de obispo de Palencia e hizo gestiones hasta conseguir que a su sobrino lo nombraran deán. El muchacho era un tarambana, pero por una caída de caballo encontró su particular camino de Damasco e ingresó en la orden dominicana. Ya por entonces se cree que se le daba el nombre de su tío, aunque es muy dudoso porque no consta en ninguna parte. Fue capellán y confesor del rey san Fernando y llegó a alcanzar mucha fama como predicador. Pasó luego a Tuy, en Galicia, donde realizó una gran labor de apostolado, sobre todo entre los marineros, no sólo en bien de sus almas sino de sus cuerpos, pues salvó a muchos del naufragio y contribuyó a la fundación de las primeras cofradías de pescadores. También esto es dudoso.

Años después de la muerte de Pedro González, la gran popularidad que se había ganado entre la marinería y, en general, entre los trabajadores dependientes del mar y de las desembocaduras de los ríos, y la devoción popular en su sepulcro, llevaron al obispo de Tuy a promover, junto con los dominicos, el culto oficial al venerable Pedro. No se consiguió hasta mediados del siglo XVIII. Mientras tanto, al González se le había añadido el Telmo, con la idea de cambiar a un santo por otro, lo que no era fácil con una devoción tan antigua como la de san Erasmo, difundida ya en los principios del Camino de Santiago. Se hizo lo que se pudo y el beato Pedro González Telmo sustituyó a un Erasmo extranjero, lejano y desconocido, de una manera parecida a la cristianización de los dioses paganos. En España, al menos. En el resto de Europa san Telmo siguió siendo el antiguo y legendario Erasmo.

stats