Santiago Herrero, un ejemplo para Andalucía

Ocurrió el pasado martes en Madrid. El día, triste y otoñal, desparramaba litros de agua y hacía desapacible cualquier desplazamiento. La cita era en Ifema, en uno de sus salones de actos, grande como un circo. Y allí se dieron cita cerca de un millar de empresarios de toda España que, por primera vez en su historia, tenían que elegir al presidente de la Confederación española de Organizaciones Empresariales, por todos conocida como CEOE. Ya he leído en el Diario la detallada crónica de Jorge Bezares, que acierta en plenitud de lo allí acontecido y del triunfo del empresario catalán Rosell, frente al andaluz Herrero, por un estimable margen de votos.

A pesar de la derrota, quiero dejar testimonio en estas breves líneas de la batalla emprendida y desarrollada por Herrero para alcanzar la cúspide de la maltrecha patronal. Han sido unos meses intensos, agotadores, llenos de ideas y argumentos para tratar de alcanzar el sillón de la CEOE, mediante una campaña electoral que llevó a Herrero por aeropuertos y carreteras de media España. Siempre a tope, con entusiasmo, dedicación, sencillez y entrega por unos principios que consideraba esenciales para implantarlos en una de las instituciones esenciales para que España funcione en lo económico y en lo social.

No pudo ser. Y ciertos rasgos de continuismo se han vuelto a apoderar de la depauperada patronal. Los comentarios que he leído se muestran ciertamente ilusionados por la nueva personalidad del catalán Rosell. Espero que se cumpla lo que otros opinan. Pero cuando ves que el anterior presidente, Díaz Ferrán va a ser presidente de la Fundación, cuando su ejecutoria no ha podido ser mas calamitosa como empresario que ha llevado sus negocios a la quiebra y a él mismo ante el Juzgado en repetidas ocasiones y vas viendo que el que se aúpa con cuotas importantes de poder no es más que un barman distinguido como Arturo Fernández, presidente de la patronal madrileña y dependiente de las amplias redes de doña Espe Aguirre y de su concuñado Díaz Ferrán, que pactó con los catalanes su apoyo, y si además el apoyo de Cepyme fue definitivo, cuando su presidente Terciado salió de la mano de Ferrán, se juntan demasiadas coincidencias como para pensar que la CEOE se va a regenerar. Y dan por bueno al actual secretario general que, con su equipo, tenía más miedo que vergüenza a que Herrero ganara y le diera media vuelta a toda la organización.

Demasiadas concomitancias como para pensar que la idea de regeneración, de unidad, de independencia y de libertad iban a prosperar en unas elecciones en las que el representante andaluz se ha quedado demasiado solo. Pero con una dignidad a prueba de ofertas sibilinas –Herrero podría haber sido vicepresidente de aceptar la oferta de Rosell-. Santiago Herrero mantuvo el tipo, los principios y las ideas. A veces se ha hablado de que el candidato andaluz estaba marcado por sus buenas relaciones con el Gobierno de la Junta. Yo creo que lo que aún marca en España es ser andaluz, y lo digo con pena, porque lo que es fácil recordar es que Andalucía, que es grande en ideas, en cultura y en imaginación, sigue siendo la cola del empleo, la cabeza del paro, el paraíso de las subvenciones y el fondo de la productividad y de la formación.

Nuevos tiempos se avecinan, según todas las encuestas. Y Santiago Herrero, presidente de la patronal andaluza, tiene una ingente tarea que desarrollar en bien de nuestra tierra. Porque su capacidad de trabajo, su liderazgo, sus principios de solidaridad y entrega a los más desfavorecidos, y la creencia de que Andalucía ha comenzado a caminar en pos del progreso y del auténtico desarrollo hacen de él una pieza clave, junto a nuestros líderes políticos, culturales, sindicales y empresariales, para que en un inmediato futuro Andalucía sea algo más que una seña cultural. Hay que reivindicar a las gentes de valía que Andalucía tiene y ponerlas al frente de nuestro crecimiento. La Cea y Santiago Herrero deben aprender de lo ocurrido en Madrid y volcar ahora sus esfuerzos en hacer crecer nuestra tierra. Andalucía le necesita.