Tierra de nadie

Alberto Nuñez Seoane

Simbiosis

17 de febrero 2014 - 01:00

TENDRÍA que formar parte del examen de cultura general que deberían, por obligación, aprobar los aspirantes a políticos para poder desempeñar la función que persiguen. Estoy seguro que miles, dentro los muchos miles que hoy nos parasitan en España, incluidos en los casi 70.000 que conforman "la nómina" que soportamos con admirable, y sin duda estúpido, estoicismo; no tienen ni la más remota idea de lo que esta palabra significa.

Una simbiosis es la unión o asociación de dos organismos de modo que, ambos, sacan provecho de la misma. Es una circunstancia que se da con bastante frecuencia en la Naturaleza, por razones obvias. Sin embargo, en la jungla política, es del todo excepcional encontrarnos con una comunión de este tipo. Podrán ustedes constatar que, en la mencionada jungla, existe prácticamente de todo, si bien lo más abundante es el "efecto depredador", el "incansable parásito", el "cansino listillo" o el "tonto trincón". Ninguna de éstas especies, por desgracia, se encuentra en peligro d extinción, muy al contrario, gozan todas de una salud envidiable, de un sorprendente índice de procreación y, por tanto, de un futuro brillante y asegurado.

Si el objetivo fuese el que debiera ser y no el que es; la simbiosis sería algo habitual entre la clase política. No hay duda razonable alguna sobre las ventajas de su práctica y nosotros, los beneficiarios reales, en el caso hipotético que estamos imaginando, percibiríamos de modo cotidiano y tangible sus frutos. De vuelta al mundo real, como lo que "ellos", de modo suficiente y tristemente mayoritario, pretenden, no tiene nada que ver con nosotros si no con "ellos", sólo con "ellos" y, también, con los intereses de "ellos"; simbiosis les sonará a sus señorías a enfermedad tropical contagiosa, o algo por el estilo, por lo que cuanto más lejos estén de "ella", pensarán, mucho mejor.

Las instituciones: ayuntamientos, diputaciones, parlamentos, Congreso y Senado; se crearon para aunar esfuerzos, para, una vez celebradas las elecciones que correspondan y asignados los lugares ganados en las votaciones, a gobierno y oposición; intentar construir, tratar de luchar por el bienestar de la ciudadanía, lograr un mayor bienestar parar todos… De nuevo, la fangosa realidad, nos despierta de lo que no debiera ser un sueño y nos muestra lo que hoy tenemos delante de nuestros ojos: un "todo vale" vil, repugnante y desesperanzador. Todo, con tal de perpetuarse en el poder: corrupción, mentiras, robos, desacatos, incumplimientos, apaños de todo tipo pelaje, trampas, apropiaciones indebidas, pactos "contra natura", personalismos, nacionalismos excluyentes… ¡un panorama, vamos!

Va a resultar, más imposible que difícil, que quienes se alternan en el poder, quieran poner los medios para que las cosas cambien. No saldrá de ellos una opción alternativa porque, con el actual estado de cosas y el modo en que se comportan los poderosos, no puede haber ninguna esperanza mínimamente razonable que nos lleve a pensar que estén dispuestos a realizar los indispensables cambios que necesitamos todos, todos, menos ellos.

Lo malo, una de lo mucho, de los humanos, es que, con el paso del tiempo, de la costumbre hacemos ley. Nos adaptamos a lo inasumible y acabamos por considerar lo excepcional, normal. La escalofriante permisividad que mostramos con los vandálicos atropellos a los que nos someten una parte, grande, de la clase política, no encuentra explicación sensata. Puede que sea por nuestro endémico individualismo, puede que por nuestra cortedad de miras, tal vez sea ese egoísmo que hace diminutas nuestras mentes, o la contumaz ignorancia de la que hacemos gala, o puede que la estupidez congénita que nos limita y nos humilla, o quizás un poco de cada cosa, quien sabe…

Lo cierto es que la realidad es la antítesis de lo que debiera. Hemos asumido como inevitable la proliferación de los parásitos, en lugar de luchar, velar y mantener la implantación predominante de los que creen y practican la simbiosis. Lo letal de las consecuencias que esta, nuestra actitud, conlleva, ya lo estamos percibiendo en nuestras propias carnes y, por mucho que nos quejemos, si nos quedamos en eso, si no actuamos, nos las seguirán dando todas en el mismo lado.

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