El mundo de ayer
Rafael Castaño
Una línea en la pared
NO me gustan las apuestas de ahora. Lo siento, conmigo que no cuenten. Creo que si algo sucede es porque a alguien le conviene. La verdad es que últimamente me estoy volviendo escéptico con todo. No es que no me fíe, es que no me lo creo. Son manías. El fútbol es como la vida, da muchas vueltas. Que se lo digan al FC Barcelona y al Real Madrid. Vamos, que cuando uno menos se lo espera, la vida -en este caso el fútbol- lo coge y lo gira. Pero no creo que en la vida haya casualidades; tampoco creo que las haya en el fútbol. ¿Azar o interés? Soy escéptico. Tantos córners al partido, el resultado al descanso... Se puede apostar por todo. Quién marca el primero, quién hace el segundo, en qué minuto se hace el quinto gol del encuentro... Tantas apuestas ya no me gustan. Lo centro en el fútbol por ser lo más seguido, pero me vale cualquier deporte. Me quedo con el pleno al 15. La quiniela es más entretenida y más difícil corromper. Aún así me pregunto si el azar entra en juego y quién puede apostar. Yo no creo en las apuestas, pero ¿y los deportistas?
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