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POCAS industrias como el turismo han alcanzado en Andalucía un grado de calidad tan elevado. Nuestra comunidad ha sabido ir evolucionando de un modelo basado casi exclusivamente en el sol y playa a otro en el que la oferta está dividida en numerosos segmentos que abarcan cuestiones tan diversas y atractivas como el patrimonio cultural, la naturaleza, el deporte -especialmente el golf-, el flamenco o la gastronomía. Sin embargo, no podemos dormirnos en los laureles. Aunque la situación política internacional ha favorecido dramáticamente los intereses turísticos de Andalucía, lo cierto es que sobre el sector siempre pesa la espada de Damocles de otras ofertas que basen su competitividad en los costes bajos y en la novedad. Por eso, el único camino es una mejora continua que haga más hincapié en los aspectos cualitativos antes que cuantitativos, generar una oferta con valor añadido que nos siga colocando entre los destinos turísticos más solicitados de Europa.
En este sentido, nos parece acertado que el consejero de Turismo y Deporte, Francisco Javier Fernández, acuda a Fitur (el gran escaparate del sector que comienza mañana en Madrid) con un plan que contempla 600 acciones durante el presente año para promocionar nuestra oferta turística en 50 mercados ubicados en los cinco continentes. También es acertado el que se marquen dos objetivos fundamentales: disminuir la estacionalidad y aumentar el gasto medio de las visitas. Ambas metas se consiguen mejorando la calidad de la oferta y generando productos que atraigan a turistas respetuosos con el entorno y la cultura andaluza y con intención de gasto. Otros aspectos destacados y positivos del plan son su apuesta por el turismo familiar, el reforzamiento del binomio turismo-deporte (en el que Andalucía tiene tanto que ofrecer), su intención de reforzar el marketing digital y la modernización y mejora de las oficinas de turismo.
Podemos decir sin temor a equivocarnos, que el turismo seguirá siendo durante mucho tiempo la principal industria andaluza. La larga tradición del sector en nuestra tierra y sus encantos naturales, climatológicos y culturales nos ayudan. El camino de la perfección pasa por mejorar continuamente nuestra oferta e infraestructuras, más que en el crecimiento incontrolado que nos lleve a repetir errores del pasado, como la destrucción del litoral o la conversión de los centros históricos en parques temáticos. Nos sobra experiencia y talento para hacerlo.
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