Vox juega a la contra

Vox ha entrado en un círculo vicioso (para sus contrarios) o en una espiral virtuosa (para los partidarios)

Una noche de verano, cenando con Santiago Abascal cuando Vox era apenas Xuxurrox, mantuve que la derecha sin complejos ni ambages tenía una base social como para ganar 15 escaños y que, habida cuenta de lo que lograba el PNV con 5, eso transformaría la política española. Pensé que había soltado un gran discurso motivacional. Abascal me miró con ternura: "¿Quince, Máiquez? Cinco veces más". Daba gusto verle tan seguro de sí mismo.

Lo último que imaginé, no obstante, es que tuviese razón. La dinámica de los acontecimientos se la va dando y dejando mis dotes de profeta por los suelos. Todo parece empujar a Vox con viento de cola. La política ha entrado en un círculo vicioso (para los contrarios) o en una espiral virtuosa (para los favorables). Se ve donde se mire. Si el PP se acerca con su mensaje, todo el mundo recuerda a Vox. Si se aleja, hay votantes que añoran a Vox. Hasta en la convención del PP, el tema, ya sea a la contra (Feijoó o Aznar), ya sea a favor (Jaume Vives), fue Vox.

Con los insultos es donde mejor le funciona. Bono arremete contra Vox…, y consigue que todos los que tengan alguna duda sobre la solvencia política de Bono le escuchen a la inversa. Cuando los taurinos desean "Que hablen de mí, aunque sea bien", saben lo que se dicen. Quien te insulta aumenta tu haber en proporción a su desprestigio. A esta ley elemental de la psicología, se junta que Vox es el tema del que todo el mundo quiere hablar (mal), puesto que funciona como un clickbait. Ya verán como este artículo, con "Vox" en su título, está más alto entre "los más leídos" que el de ayer, con lo bonito que era. Se crea, entonces, la famosa espiral, que tendrá un factor multiplicador en las urnas. A Vox, sus acérrimos contrarios le están poniendo un altavox. La estrategia ganadora era silenciarlo, pero ya es tarde.

Esto, además de mi desliz de una noche de verano, explica dos cosas. Primera, la escasa tenacidad negociadora de Vox en el pacto andaluz. Si su vocación fuese ser un PNV a la española, hubiese hecho un amarrategui hasta la última coma y hasta el último minuto, como yo, anclado en mi teoría, hubiese aconsejado. Pero siendo un partido con vocación ganadora, ha preferido la eficacia de tumbar con un soplo el régimen (36 años) del socialismo andaluz.

También explica el regusto que da a los de Vox ser insultados y por qué tantas veces lanzan el anzuelo, pícaros, para que todos piquen.

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