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Segundo L. Pérez López

La acogida, un valor en auge (1)

29 de septiembre 2021 - 12:30

Segundo L. Pérez López, delegado de Peregrinaciones del Cabildo de la SAMI.
Segundo L. Pérez López, delegado de Peregrinaciones del Cabildo de la SAMI.

Pensando en un pasaje bíblico, que pudiera servirnos de referencia, para iniciar nuestra reflexión en nuestro periódico, Diario de Jerez, las encontré en el texto evangélico de Mc., 2, 1-12.

El texto puede ser aplicado a aquel hombre y a nosotros, así como subraya la actitud de ellos como causa y razón del encuentro maravilloso que se va a dar entre el tullido y Jesús. He aquí amigos la acogida y la propuesta que todo hombre y mujer que quiere ser un apóstol del Camino ha de tener siempre presente: Viendo la fe que tenían, pronuncia unas palabras que cambian para siempre la vida de aquella persona y para cada uno de nosotros si vamos de corazón al encuentro de Jesús. Aquellas palabras son: 1.Tus pecados son perdonados. 2. Levántate, ponte en pie recobra tu dignidad, libérate de lo que paraliza tu vida. 3. Coge tu camilla, enfréntate al futuro ya que estás perdonado de tu pasado. 4. Vete a tu casa, es decir, comienza una vida nueva con los tuyos y da testimonio de lo que has visto y oído.

La propuesta cristiana de Acogida en el Camino pasa por la búsqueda y propuesta de nuestra identidad, no como una imposición sino como una oferta gratuita desde la sencillez evangélica.

La acogida es un valor que evoca la apertura a un “nosotros”. Evoca realidades próximas como la responsabilidad, la compasión, la solidaridad.

La acogida hace que el extraño deje de ser extraño y el que acoge se haga con la rica extrañeza de la vida y la considere como oportunidad de aprendizaje(1). Entre el otro extraño y el huésped nace un vínculo de afecto como consecuencia de la acogida, una relación de ayuda que Laín Entralgo llamará “amistad médica”, que hace al anfitrión más vulnerable y nos llevará por eso a utilizar la metáfora del “sanador herido”(2).

Romano Guardini, sintetiza con maestría: “Este es el sentido más profundo de toda hospitalidad: que un ser humano ofrezca a otro un descanso en su peregrinar hacia el hogar eterno; que por un momento le ofrezca un lugar para que su alma recupere la fuerza, el silencio y la confianza: somos compañeros de camino y hacemos la misma travesía”(3).

La finalidad de toda institución que acoge consiste en salir al paso y paliar las formas de vulnerabilidad del ser humano. Se trata de suplir el propio hogar cuando la distancia impide estar en él. Por eso, la clave de control de calidad de la acogida sería la pregunta: “¿Te has sentido como en casa?” Y la respuesta debería oscilar en dos enfoques de la pregunta: a nivel de atención personal y a nivel de disponibilidad del espacio. La acogida es de tú a tú, de persona a persona. El modo de recibir, hablar, inscribir al peregrino quiere expresar con delicadeza y atención la importancia de cada persona(4).

La tradición y fundamentación cristiana de la acogida

La acogida ha sido, en la tradición bíblica, una ley, una práctica, ejercida de múltiples maneras, una tradición viva, un valor moral, como horizonte de sentido de la vida de muchas personas(5).

La tradición cristiana arrastra a muchas personas que atendían y atienden a otros “en el nombre del Señor”, y convencidos de que así “atienden al mismo Señor”(6) La afirmación de la presencia del Señor en el otro es una potente fuente de espiritualidad. Una espiritualidad, obviamente encarnada. Dios no quiere ser servido más que en los hermanos, en aquellos que nada tienen que ofrecer, que simplemente son(7). Así, Dios es reconocido y hospedado en su debilidad histórica.

La escucha como fundamento

La escucha no es un mero accidente o algo irrelevante, sino la condición de posibilidad para comprender al otro. Escuchar es, más que una técnica, una virtud ética, un hábito que, al cultivarlo, desarrolla a la persona y transforma el entorno(8).

Escuchar es un arte mediante el cual permitimos narrar. Quien narra, mientras busca el sentido en su pasado, lo encuentra al encontrar quien le hospeda incondicionalmente en su corazón. Es la escucha la que nos permite identificar necesidades concretas en el ámbito físico, pero también en el ámbito emocional, relacional y espiritual: conspiración de silencio, mecanismos de defensa, angustia existencial, necesidad de perdón, etc.

Así, ser escuchado es sentir una entrañable acogida para el mundo más íntimo y personal, ser comprendido en la especificidad de la propia experiencia, hacer experiencia de la solidaridad emocional. El interés de una persona por otra se percibe por la autenticidad de los modos.

Es la escucha la herramienta fundamental de la relación de ayuda, la que nos permite acoger las situaciones específicas que piden ser acompañadas sanamente. La acogida de estas y otras situaciones complejas, alivia sufrimiento, aligera la carga, sana corazones.

1( Cfr. D. INNERARITY, Ética de la acogida, Península, Barcelona 2001,13.

2) Cfr. J.C. BERMEJO, Resiliencia, PPC, Madrid 2011, 77

3( Cf., El Camino de Santiago. Lugar de encuentro con la fe y la historia jacobea, Santiago de Compostela 2018, 176.

4) C. BLÁZQUEZ, Dar posada al peregrino, en “Vida Nueva”· nº 2980 (2016) 12 – 18

5 F. TORRALBA, No olvidéis la acogida (Heb 13,2). Una exploración teológica, PPC, Madrid 2004. 8.

6 C. BLÁZQUEZ, Dar posada al peregrino, en “Vida Nueva”· nº 2980 (2016) 12 – 18.

7 F. TORRALBA, No olvidéis la acogida (Heb 13,2). Una exploración teológica, PPC, Madrid 2004. 8.

8 04. 8. 8 Cf. Heb 13,2.

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