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Tomates y calabazas

Lourdes Chaparro

lchaparro@eldiadecordoba.com

Al aire libre

Llega el invierno y no serán muchos los que soporten eso de tener las ventanas abiertas de par en par

Ahora resulta que la culpa es de los aerosoles, que son los grandes culpables de la transmisión del coronavirus y que hay que ventilar a todas horas. Puede que las temperaturas, por el momento, hayan sido benévolas, pero ojo que se acerca el invierno y hay que seguir ventilando para el SARS-CoV-2 circule a sus anchas y se disipe como por arte de magia.

Resulta una explicación bastante sencilla, pero es así. El problema, sin embargo, es que gran parte -por no decir toda- de nuestra actividad cotidiana se hace de puertas para dentro y, con ello, el virus disfruta una barbaridad. Al campo no se le pueden poner puertas, pero al covid-19 sí con la apertura de ventanas a todas horas y que circule a su antojo pero que no nos toque de cerca.

Claro, en primavera, verano y parte del otoño se puede llevar bien, pero ojo que llega el invierno y no serán muchos quienes soporten eso de tener las ventanas abiertas de par en par para que el aire no se vicie. Esto me lleva a pensar en las clases de colegios e institutos, en las que los alumnos y también los profesores se concentran en aulas que, digamos, no están del todo preparadas para soportar los envites de este maldito virus, aunque por el momento lo están soportando de manera estoica. Una solución es ir con ropa de abrigo durante todo el día, que puede ser la más rápida y la más práctica pero, ahora precie que existen otras fórmulas, como la adquisición de los filtros HEPA para que el aire circule limpio y se puedan cerrar las ventanas. Pero, ¿están del todo aceptados? Pues, por el momento, la duda siga en el aire porque nadie dice nada concreto, aunque las subvenciones llegan para su compra, al igual que la bajada de temperaturas.

Son fórmulas que han dado a conocer los expertos en la materia, a la que se suma también la de evitar hablar en el transporte público. Así, de repente, puede resultar paradójico: el hecho de ir en el autobús sin decir ni , ni tampoco poder hablar por teléfono con nadie va a ser, sin duda, un reto para muchas personas.

A pesar de ello, todo esto son muestras evidentes de que esto del coronavirus nos está obligando a adaptar medidas hasta ahora insospechadas y que nunca antes pensábamos que íbamos a tener que adoptar, pero la segunda ola sigue in crescendo y, o la paramos entre todos o nos devorará y nos dejará aún más tocados de lo que estamos ya.

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