Tierra de nadie
Alberto Nuñez Seoane
Palabras que el viento no se lleva
ASÍ se llaman en Andalucía a las serpientes. En la Biblia se narra su intervención en la historia humana, y se proclama su enemistad con la mujer. Posteriormente pronostica que una mujer le aplastará la cabeza. Desde ahí hasta ahora, cientos de historias supersticiosas. Las bichas succionan la leche de las mujeres y les dejan un cerco negro en el pezón. También chupan en las ubres de la vacas la leche. Las serpientes no pueden succionar, porque su anatomía bucal no está adaptada para eso. Sí que engullen a los pajaritos en sus nidos. Me informan del encuentro de una bicha en una librería doméstica (bicha intelectualis), o en un cajón de los calzoncillos (bicha eróticus) de un armario.
En "Cien años de soledad", Gabriel García Márquez en su hiperrealismo mágico, narra que en el dormitorio de unos niños, una criada espantaba con voces y golpes ruidosos a las serpientes. William Ospina, magnífico escritor colombiano, tiene una novela, de una serie de tres, que titula "La serpiente sin ojos". Literatura y superstición que no cesa.
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