Las dos orillas
José Joaquín León
Sumar tiene una gran culpa
El empresario y bodeguero jerezano Juan Manuel Valencia Muñoz nació en Jerez de la Frontera el 23 de octubre de 1880 y falleció en la misma ciudad el 10 de noviembre de 1958. Fueron sus padres Francisco Valencia Medina e Isabel Muñoz Muncibay. Su padre fue funcionario del Banco de España, por entonces parcialmente militarizado.
Hacia los primeros años del siglo XX, Juan comienza a trabajar en la empresa de tonelería y almacenaje de vinos propiedad de los hermanos don José y don Antonio Paz Partida que, por aquel tiempo, se ubicaba en parte de lo que fueron los cascos de bodegas de los religiosos dominicos; es allí donde empieza su andadura en el conocimiento de la crianza y envejecimiento del jerez, recibiendo en aquel lugar tan señero las enseñanzas que le impartían los hermanos Paz. Por entonces, entabla relaciones con una hija de don Antonio, de nombre María, y después de un cierto tiempo de noviazgo deciden casarse. Con ella tendrá siete hijos: Francisco, Juan, Isabela, Antonio, Mª Jesús, José y Manuel. Treinta años después del fallecimiento de su esposa, María Paz Mirón, cuando tenía cumplidos los 75 años y no quedándole ningún hijo ni hija en estado de soltería, se casaría en la capital de España con Rafaela Cordero Angulo.
Entre los años 1910 y 1915, y con la ayuda de su suegro, inicia su andadura de empresario vinícola, haciéndose marquista. Empieza a embotellar y comercializar algunas marcas de jerez, y en unos años decide asociarse con el también empresario Bohórquez, constituyendo con el mismo una sociedad con cascos de bodegas en la calle Paúl. Disuelta la sociedad algunos años después, queda con una parte de los vinos, trasladando las soleras a las bodegas existentes en la calle Lanuza, cercana a la estación de ferrocarril, lo que daba cierta facilidad para transportar los vinos a cualquier parte de España.
La situación familiar hizo que todos sus hijos varones empezaran su vida laboral en torno al mundo del vino. Empezaban su aprendizaje con el conocimiento de los vinos y los trabajos bodegueros, pasando después a lo que es la administración de una empresa vinícola, dando especial importancia a la actividad comercial y a los “viajantes de vino”, de honda tradición jerezana. Andando el tiempo, sólo perseveraron sus hijos Francisco y José que continuaron con el negocio y que, incluso después de su liquidación, fueron contratados por una importante bodega de Jerez.
Valencia intervino, igualmente, en algunas cuestiones con el Ayuntamiento, ideando una pequeña tasa de ocupación de la vía pública por los cierros batientes de algunas casas de Jerez. Incansable y disciplinado, llegó a ser también secretario del Sindicato de la Vid.
La entidad mercantil Juan Valencia, Sociedad Anónima, fue constituida ante el notario de Jerez de la Frontera don Laureano Sigler Fernández el día 5 de octubre de 1942, con domicilio social en la citada calle Lanuza. De la escritura de constitución forman parte los estatutos de la empresa y en su artículo 49, apartado d) se lee que “parte de los beneficios de la sociedad se destinarán a premiar el celo y la laboriosidad de los empleados de la compañía” lo que demuestra la actitud y sana política por la que se regía su propietario. Algunas marcas giraban también bajo la razón social de Bodegas del Sur, SL para la que ideó como logotipo una Rosa de los Vientos. Bastante antes de su enfermedad y muerte, dejó el negocio en manos de su hijo mayor Francisco, quien fue ayudado, sobre todo, por su hermano José, eficiente comercial en la venta de vinos. Al final de los años 50 del pasado siglo, cuando el negocio Juan Valencia SA languidecía con dificultades, se disolvió, vendiéndose las marcas y los activos netos por separado.
Tres marcas destacaban en esta bodega jerezana: el vino oloroso Resurrección, el amontillado-fino Tronío y el vino tónico Milagroso León XIII. Otras marcas que se explotaban eran: Amontillado América, Amontillado Fino Las Doce, Pedro Ximénez Juan Valencia, Xerez-Quina Valencia, Exquisito (Vino para Damas), Anís El Majo, además de Ponche y el acreditado Brandy Sibarita.
De acendrada religiosidad, acertó a conjugar tradición y liberalidad. Era también conocido este bodeguero en su generación porque fue uno de los últimos caballeros jerezanos reacios a abandonar la tradicional capa española, la cual lucía con gran galanura, dada su elegante figura de cerca de un metro noventa de estatura.
José Luis Jiménez García es miembro de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras
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