Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
ME parece perfecto que los ricos y los famosos hagan obras de caridad, apoyen las causas humanitarias, promuevan fundaciones beneméritas o se desprendan de parte de su fortuna para ayudar a quienes lo necesitan. Importa poco que lo hagan por sincera compasión, por solidaridad, por convicción o por mala conciencia. Muchas personas se benefician de estas acciones e iniciativas, y eso es lo que importa. Las motivaciones últimas o íntimas de sus benefactores son lo de menos.
Dicho lo cual, añado: lo obsceno e insoportable es el exhibicionismo. Esa necesidad que tienen de convertir cualquier acto solidario en un espectáculo a la medida de su propia fama o su riqueza. Esa compulsiva búsqueda del eco mediático de sus actuaciones, que parecen menos encaminadas a dar a conocer el dinero distribuido o la campaña iniciada que a propagar la propia bondad del mecenas, su nombre, su gloria y a veces hasta sus productos. Como si quisieran dar un toque humanista y caritativo a su ego incontrolable. Como si le gritaran al mundo: además de modelos de belleza, somos modelos de moral cívica; además de cantar como los ángeles, somos ángeles; además de ser grandes actores, actuamos en favor del bien.
Últimamente se ha puesto de moda entre las celebridades contribuir a la investigación sobre la esclerosis múltiple. Magnífica idea. Lo hacen echándose sobre el cuerpo un cubo de agua helada y fotografiándose entre tiritones. Se supone que todos ellos dan un óbolo para la causa y que la fotografía sirve como reclamo para conseguir nuevos contribuyentes. Pero, ¿es necesario el remojón? ¿Por qué la solidaridad tiene que expresarse y pedirse echando unas risas, con vídeos ridículos o fotos que persiguen una difusión universal sólo por la personalidad de quien se las hace?
No lo puedo remediar, me gustan más la solidaridad sin condiciones, la caridad callada y la compasión que no necesita andar a voces para proclamar su autoría. Las personas más solidarias y compasivas que conozco son discretas y se colocan en segundo plano. Lo que buscan es ayudar a otros seres humanos en dificultades, no que se sepa que los ayudan. Generosidad y silencio, qué buena mezcla. Mucho mejor que esplendidez y altavoces, que suena a algo distinto, y probablemente lo sea.
Con todo, ya digo, hay que perdonar la ostentosidad de los famosos que no pueden dejar de ejercer de famosos cuando ayudan.
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