Los brotes verdes

DESDE que la ministra Elena Salgado, respetada señora y mala política, fuera capaz, en plena crisis económica y social, de tratar de engañarnos y crear un caldo de cultivo para levantar el ánimo de los españoles contándonos aquello de los "brotes verdes", la frase se ha quedado en el subconsciente de los españoles. Ahora, el ministro Montoro no ha querido caer en la tentación de usar la misma frase y la ha cambiado por eso de "ver la luz al final del túnel". Tanto da. Son estereotipos que los políticos tratan de usar para que los ciudadanos entremos en la trágala de que las cosas van mejor y hay que tener esperanzas, no ya en el porvenir, sino en los resultados de su buena ejecutoria y sus denodados esfuerzos. Cosas de políticos que tratan de superar su propio desprestigio ante la opinión pública con la creencia de que "desde que están ellos, toda va un poco mejor". Y nosotros vamos y nos lo creemos.

Lo que si parece verdad en las últimas semanas es que los datos que vamos obteniendo y que nos ofrecen las entidades de solvencia nos hacen pensar que esto de la crisis de la economía puede empezar a salir del pozo negro en el que nos encontramos, sin que por ello tengamos que hacer tañer las campanas ni, por supuesto, hacernos ilusiones vanas de que el paro va a desaparecer ni que la economía se va a recuperar de un día para otro. La crisis es demasiado profunda como para estimar que las cosas van a volver a su cauce en un abrir y cerrar de ojos. Los más entendidos nos avisan de que queda un lustro -cinco años- para retomar el aliento y recuperar ese diez por ciento que hemos perdido, a todos los niveles, con respecto a los parámetros del 97. Nos queda mucho tiempo y mucho esfuerzo para volver a los niveles estándar que la sociedad del bienestar nos había acostumbrado.

Las recientes subastas del Tesoro, las constantes y últimas subidas de los índices de la Bolsa, los crecimientos de las exportaciones, la retención de los índices de crecimiento del paro (que no su disminución) y las últimas estimaciones del FMI, unido todo ello al general buen comportamiento de las economías de otros países que para España son fundamentales, hacen pensar a los a los entendidos que la recesión ha tocado fin y que, tras varios años de descenso continuado de nuestro PIB, este ha superado el 0,1 por ciento en el último trimestre. Eso al menos indica que nuestra cuesta abajo ha finalizado y que emprendemos la senda del ascenso.

Y desde el punto de vista local, la buena noticia de que el paro ha descendido en diez mil personas en la provincia se une a los acuerdos del Municipio de Jerez con el Consejo Social y la puesta en marcha de medidas para la creación de empleo, objetivo para el que se ha dotado con algo más de un millón de euros. A ello uno la noticia, no suficientemente valorada, de la contención y ajustes de los sueldos de los concejales y del equipo municipal de Jerez. Es buena medida, ejemplar por otra parte, que el equipo de Gobierno de nuestro Ayuntamiento nos cueste el 29 por ciento menos de lo que costó el último equipo de Pilar Sánchez, todo un ejemplo de despilfarro y desfachatez. Pero las medidas municipales para limpiar las pulgas de los colegios Asta Regia y García Lorca parece que han alcanzado los aledaños de doña Pilar Sánchez, a la que, por estrambote, se le han borrado las pulgas que le querían llevar a los tribunales. El efecto fumigador parece que ha llegado hasta López y Pacheco, a los que vendría bien una temporada de oxigenación y un largo período de silencio político y administrativo.

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