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Felipe Morenés

Un buen cristiano de firmes convicciones

12 de mayo 2009 - 01:00

ME cuesta trabajo, porque se nubla la vista, de tomar la pluma y escribir estas notas de recuerdo para el que fuera mi Teniente de Hermano Mayor, Ignacio Muñoz Benítez (q.sG.h) Pero hay que sobreponerse y aceptar el tránsito como una realidad incuestionable; una meta para el cristiano, como el era. Ejemplar.

Cuando inicié a componer los miembros que formaría mi futura Junta de Gobierno, el cargo de Teniente de Hermano Mayor era el que mas quebraderos de cabeza de daba. El teniente debería ser mi alter ego. La persona que dado el caso de que yo por distintas razones no pudiese continuar, me sustituiría. Además debería ser una persona integra y de probadas virtudes cristianas que me pudiese aconsejar y de la cual pude obtener opiniones para conducir la Hermandad.

Después de meditar y recorrer mentalmente los Hermanos que reuniesen dichas cualidades, seleccioné a Ignacio. Se lo propuse a sabiendas de tal vez la maldita enfermedad que ya había hecho presa en su carne podría jugarnos una mala pasada.

Estaba recién recuperado de una severa intervención de pulmón y creíamos ambos que ese había sido el punto de inflexión de su mal. Se regocijó pensando que la Santísima Virgen del Rocío le proporcionaba la oportunidad de devolverle con esta oportunidad de servirla lo mucho que le había pedido su mediación para recuperar su perdida salud.

Y así fue como Ignacio, previa consulta con su adorada esposa Sacramento y con la intervención de su respetado Director Espiritual Fray Alexis, O P, adopto la decisión de aceptar mi propuesta.

Juró el cargo con el resto de la junta invadido de júbilo. Pero el mal no tardó en hacer su aparición de nuevo y esta vez en un lugar sensible de su anatomía. Tuve el triste privilegio de conocer de primera mano su aparición. Desde ahí, con subidas y bajadas, siempre mas bajadas que subidas su salud fue empeorando.

Ignacio fue un hombre poseedor de virtudes encomiables. buen cristiano, con una Fe inquebrantable en su amada Virgen del Rocío. Buen padre de familia y mejor esposo que ha sabido inculcar a sus hijos sus mismos valores espirituales. Alegre, buen profesional, amigo fiel de sus amigos.

Ignacio estuvo en la Junta de Gobierno de Rafael Mateos del que insustituible colaborador y compañero de innumerables e inocentes travesuras. Tenía un delicioso sentido del humor que contagiaba.

Dios permite que haya estas personas tan notables para que podamos comprobar que estamos hechos a su imagen y semejanzas. Para que sean el espejo donde se puedan mirar otros. Para que derroches felicidad y propaguen la buena semilla. Así son las cosas.

No lloran su ausencia sus hijos. La tristeza se torna en felicidad de pensar que su padre después de impartir una cátedra de cristianismo y un modelo de fe se ha ido por derecho a gozar eternamente de la presencia de Dios.

Sus amadas Vírgenes del Rocío y del Amor y Sacrificio velan sus restos mortales los pies de ellas puso María un dulce ramito de flores blancas que se destacaban sobre la saya negra de la de Sacrificio. Blancas como su alma, Blancas de pureza. Blancas como la mirada limpia y pura de su hija que las depositó.

A ti Sacramento que le voy a decir. Gracias por tu ejemplar entereza. Aferraste a Ella, a tu fe y a tus hijos. Serán tu bálsamo, tu consuelo, el faro que ilumine tu aun joven vida...

Gracias Ignacio por el ejemplo que nos ha dado. Gracias pro no sucumbir al desánimo. Gracias. Desde hoy tenemos, estoy convencido, un notable intercesor ante la Reina de las Marismas.

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