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La guitarra de Jerez ha sido siempre un referente en el mundo del flamenco. Currito el de la Jeroma Javier Molina, Rafael del Águila, Manuel Morao, Manuel Parrilla y un largo etcétera..., todos han aportado su concepción guitarrística personal a una ciudad que en los últimos años se ha destapado como un auténtico criadero de tocaores.
Sin embargo, los tiempos cambian y aunque aún persiste la enseñanza cara a cara o a través de escritura cifrada, como ponen en práctica hoy día maestros como El Carbonero y José Luis Balao, lo cierto es que muchos de los jóvenes guitarristas de hoy en día buscan un más allá que les acerque a una visión mucho más musical, fundamental actualmente para desarrollar su trabajo diario.
Dos de ellos son Javier Patino y Javier Ibáñez, que desde el pasado año compaginan, "como podemos", su labor estrictamente profesional con las clases en el Conservatorio Superior de Música de Córdoba, el único que incluye en su programación la especialidad de guitarra flamenca.
El fin de ambos es "agarranos a algo en el futuro", explica Patino, "porque se está poniendo la cosa que no veas". "A mí lo que me gusta es tocar la guitarra y crear-continúa- pero no está de más tener otra opción porque conozco a muchos guitarristas que en su día optaron por este camino y están muy contentos, tienen su puesto de trabajo y lo compaginan con algunas galas".
Un poco más acostumbrado que su 'compañero de viaje' en este objetivo es Javier Ibáñez, diplomado en magisterio en la rama de música, que también ve la posibilidad como una oportunidad "para seguir adquiriendo conocimientos", destaca.
Pero, ¿y cómo se llega hasta ahí? Pues bien, ambos tuvieron que pasar el pasado año una prueba de acceso a la que se presentaron 50 guitarristas para 15 plazas. La prueba en sí se dividía en tres, una primera con una audición a analizar a nivel musical, una segunda en la que debían tocar dos piezas y una tercera "en la que teníamos que acompañar el cante y el baile", cuenta Ibáñez.
Los dos lograron pasar el corte y desde entonces trabajan intensamente en un programa formativo "muy exigente", dice Patino, "a veces demasiado, creo que yo, al menos para los que somos profesionales de esto. Hay muchos chavales de veinte años que tienen sus pisos, y están como estudiantes, pero tienen todo el día, pero nosotros, por aquello de nuestra trayectoria, deberíamos tener un trato distinto". No obstante, reconoce que "la mayoría de profesores son comprensivos".
Así las cosas, lunes y martes de cada semana estos dos jóvenes guitarristas ponen rumbo a Córdoba para asistir a clases. "Salimos a las cinco y media de la mañana", dice Ibáñez, "porque las clases empiezan a primera hora. Estamos todos el día, hasta las ocho de la tarde. Luego, el lunes nos quedamos allí a dormir en un hotel y el martes igual", describe.
Quizás este asunto sea uno de los aspectos, "junto con el tema de compaginar las actuaciones", más "difíciles de llevar", considera Patino. "A mí me han dado ya varios intentos de dejarlo porque aparte de que te cuesta el dinero, que esa es otra porque no hay ayudas, es muy sacrificado. Menos mal que tengo muchos amigos y sobre todo mi mujer que me lo quita de la cabeza", ríe.
A lo largo del año y como si de una carrera universitaria se tratase ambos guitarristas deben cursar entre doce y trece asignaturas. "Está claro que las que son de guitarra propiamente no nos cuestan tanto", comenta Javier Ibáñez, "pero hay otras que son pura teoría y hay que dedicarle horas de estudio. Con decirte que estamos estudiando la historia de la música occidental, o sea, desde Aristóteles hasta aquí", interfiere Patino.
"A mí personalmente el Conservatorio Superior me ha ayudado a destripar la guitarra", asegura Ibáñez, "y a estructurar el ritmo, la melodía, en fin, todo lo que es el tema musical. Ten en cuenta que tratamos asignaturas como creatividad e improvisación, transcripción del flamenco y otras muchas que aportan muchísimo".
En este mismo concepto coincide el otro jerezano quien reconoce que desde entonces "uno compone de otra manera, al menos sabe de dónde viene cada cosa, porque yo siempre he compuesto a mi aire, y está claro que lo seguiré haciendo porque es lo que la gente busca, pero ahora ya sé muchas cosas y situaciones musicales que antes ni me las planteaba".
Dentro del aparato formativo de la rama de flamenco aparecen nombres ilustres de la guitarra como pueden ser Manolo Franco, Niño de Pura y Paco Serrano, y otros menos conocidos por esta zona pero con un currículo amplio, como el caso de Gabriel Expósito, Bordon Minero en el año 2000, o su hermano José Antonio Expósito. Asimismo, y dentro del organigrama aparecen también Churumbaque hijo, ganador de la Lámpara Minera en 2008, o el musicólogo Faustino Núñez, entre otros.
Además, y al igual que ellos, otros muchos guitarristas contemporáneos han optado también por esta vertiente buscando así un nuevo horizonte formativo-musical. Son los casos del extremeño Javier Conde, un prodigio de la guitarra de concierto, y Jesús Torres, otro de los pesos pesados de la composición dancística actual pues su música ha sonado en compañías como la de Isabel Bayón, Israel Galván o Rafaela Carrasco, entre otros.
De momento, porque el plan académico está contemplado para cuatro años más el proyecto, aún les queda un camino que recorrer, aunque su inquietud demuestra una vez más que la guitarra de Jerez está más viva que nunca y mejor aún, sigue teniendo ganas de evolucionar.
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