Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
SI hay en la actualidad entre los edificios nobles y arquitectónicamente hermosos de Jerez, uno que merezca sin duda el calificativo de casa-palacio, lo es el de la sede social de la Fundación Teresa Rivero. No solo por la belleza barroca de su labrado, su inmejorable ubicación en la antiguamente llamada Puerta de Sevilla, por su entorno de casas-señoriales, entre las que es la de mas antigua factura datada en el reloj de sol de su fachada en 1.777, sino por los meritos humanísticos y sociales de sus propietarios a lo largo de su existencia.
En esta casa-palacio de la parroquia de San Marcos nació en 1.800 el ilustre prócer don Rafael Rivero de la Tixera, quien la preside, desde su monumento en el centro de la plaza de su apellido, por acuerdo municipal del pleno extraordinario del mismo día de su fallecimiento en 1881. Por su dedicación a la ciudad de Jerez cuando fue su alcalde, puesta de manifiesto en su participación en el logro del primer ferrocarril andaluz y tercero de España; en la fundación del Monte de Piedad; en la traída del agua desde el Tempul y por sus numerosas obras sociales. Su busto, obra del escultor florentino Franzí, fue dotado de un artístico pié por el arquitecto Joaquín Vargas y rodeado de una bonita verja ajardinada, hoy suprimida, desafortunadamente, pues resta perspectiva al monumento.
Su hijo, Tomás Rivero y O´Nealle, casó con Emilia, una hija de don Manuel Maria González Ángel y de doña Victorina de Soto, siendo, a su vez, padres de 8 hijos quienes no suficientemente contentos con su propia tradición vinícola de pertenecer ya a la firma mas antigua CZ, a la realeza irlandesa y a la que sería la mas perdurable en los siglos venideros, la Casa González, se vincularon por matrimonio a otras tres de las principales casas bodegueras: Dávila y Agreda; Domecq Villavicencio y Osborne; como el primo-hermano Salvador Rivero Pastor se vinculó también con Sánchez-Romate y Pemartin.
Así, en quinta generación la casa-palacio ha vuelto a la familia Rivero, al dedicarla Teresa Rivero y Sánchez-Romate para sede-social de la Fundación de su nombre, que preside con dedicación y éxito, Fundación que a mi se me antoja que vino a remplazar a la Fundación Ruiz-Mateos, en los años difíciles del principio de la década de los ochenta, y que es hija, al menos política, de la Fundación Alcalde Zoilo Ruiz-Mateos, de Rota y en consecuencia nieta del Patronato Social Cristiano Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, que funcionó desde 1.959 para asistencia de la creciente plantilla de Ruiz-Mateos que de los 7 iniciales llegó a 1.300 productores, solo en Jerez, en 1.983…
Mas permítanme recordarles a las otras familias propietarias que fueron del bello edificio, en el siglo veinte pasado y que por su buen uso y restauraciones de la casa-palacio que nos ocupa, merecen un recuerdo: familias en este caso de buenos agricultores y e intelectuales jerezanos: los García-Pérez y los Pérez-Luna, primero y los Fernández García-Figueras y García-Angulo al final. Que solo merecen heredar patrimonio aquellos que son capaces de conservarlo, aunque sea por un buen tiempo.
Y que decir de quienes son capaces de incrementar el patrimonio. No se puede a este punto, dejar de mencionar la extraordinaria Colección de Pinturas de la Escuela Española, de otro miembro de la familia Rivero, Joaquín Rivero Valcárcel, en su bodega jerezana Tradición. Ni dejar de tener en cuenta la parte que la presidenta Rivero jugó en la trayectoria familiar y el entrenamiento al que sometió a sus trece hijos. ¡Que siga la saga de los Riveros y asociados! Por Jerez.
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