Decadencias

23 de octubre 2025 - 03:06

La catástrofe del Louvre, la cercana y mucho más grave de Notre Dame, las desdichas del desahuciado Macron o el enorme malestar social, entre tantos indicios de descomposición de un Estado considerado cuasi perfecto, han llevado a muchos a especular, a deleitarse –¡ay, esa francofobia apenas encubierta en tantos españoles!– con la idea de una decadencia que por vez primera, que uno recuerde, nuestros paisanos atisban en una potencia vecina y no en la España tan maltratada por sus hijos. Y nada menos que en Francia.

Ciertamente, los españoles somos expertos como ninguno a la hora de identificar y clasificar decadencias, no en vano, según los más avezados historiadores, vamos rodando de una a otra, a cuál más profunda, desde finales del siglo XVI. Pero lo primero que hay que tener claro para calibrar decadencias es de dónde se viene. Los españoles de hacia 1640 estaban convencidos de la decadencia de la Monarquía Hispánica, no hay más que leer a Quevedo, pero es que la referencia era la España invencible e increíble de hacia 1550. ¿Qué nación puede mantener ese nivel durante siglos? Algo así puede predicarse de la Francia actual, cuya decadencia querría yo para mi España y casi todo el mundo para tantas inanes, desmedradas o fracasadas pseudonaciones como se lo reparten. Nadie insinúa la menor decadencia en Suiza o en Uganda, por poner dos casos extremos.

Sin sombra de cinismo, yo insto a mis amigos franceses a no hacer, frente a su proclamada decadencia, nada que no hicieran si esta no existiera. El sentimiento de decadencia en España dio paso a tres patrióticos y desastrosos movimientos: el arbitrismo, que acabó generando las políticas del conde-duque de Olivares; el reformismo borbónico, que con su afrancesamiento nos enajenó América y dibujó las dos Españas a la gresca desde entonces; y el regeneracionismo, que con las mejores intenciones de escuela y despensa abrió paso a las revoluciones y reacciones del siglo XX. ¿Nos hubiera ido peor a los españoles sin tanto pretendido y esforzado remedio a nuestra decadencia? Permítanme que lo dude. Olvidémonos de decadencias paralizantes y regeneraciones extenuantes y hagamos lo que hay que hacer en cada momento. No para cambiar el rumbo y el destino de la Patria, para poder dormir en paz esta noche.

stats