Demos una oportunidad a la paz

16 de octubre 2025 - 03:04

Sepan ustedes, por si no habían caído, que la clave de los humanos destinos y de todo proyecto es el fracaso final. Repasen mentalmente cualquier situación o momento del pasado o del presente y comprobarán como esa ley de hierro, basada en nuestro ser de barro, se cumple inexorablemente.

He recordado esto a menudo leyendo tantos y tantos agudos comentarios sobre la insuficiencia y precariedad de los acuerdos de incipiente paz en Gaza propiciados por Donald Trump y algunos mandatarios árabes. Cierto es que los problemas de fondo permanecen, pero ¿acaso no hubiéramos firmado todos hace sólo unos días el fin de la matacina, la liberación de los escasos cautivos supervivientes y la implicación activa de la primera potencia mundial en la búsqueda de una salida negociada? A la vista de tantas reacciones está claro que no, hay muchos que sin duda hubieran preferido el mantenimiento a ultranza de un conflicto que alimentaba su visión maniquea del mundo y su propósito de presentar a Israel y al pueblo judío como únicos responsables de la situación de Oriente Medio. Ahora los veremos esperando con ansia el más leve incumplimiento de lo pactado, celebrando con indignación impostada, pero celebrando, cualquier ruptura del alto el fuego. Les ha cogido por sorpresa el fin de las hostilidades, pero la munición dialéctica y propagandística acumulada habrá que gastarla en algo. Les queman las manos y la garganta.

Ciertamente, antes o después el conflicto regresará a Gaza, a Hebrón o al Golán, de eso no puede caber duda, pero el escenario será otro, y será difícil que pueda volver a adquirir la dimensión de lo sucedido en Gaza en estos dos años. En esta Europa dividida, gastada, impotente, sería bueno que nos comprometiéramos, al menos, a dar una oportunidad a la paz. En Gaza o en Ucrania, en Armenia o en Cachemira. En estos días me daban ganas de meterme en una cama, solo o acompañado, abrazarme a una guitarra, fumarme algo por vez primera, y recordar al mundo, como el Lennon de 1969 –hoy tendría ya 85 años–, qué más allá de ideologías, creencias, enfoques, escepticismos y fanatismos, la paz merece una oportunidad. Menos mal que alguien con pulso y mando lo cree también. Aunque se llame Donald Trump.

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