Desde el salón regio

Rafael Navas, Director de Diario de Cádiz

El día en el que la Diputación se pintó de azul

A Pedro Pacheco ya le ha merecido la pena presentarse a las últimas elecciones municipales. Ha sido elegido diputado provincial (él dice que es un "disputado" provincial), ha podido sentarse en el sillón del presidente de la Diputación, aunque sea sólo cerca de una hora como diputado de mayor edad, y lo mejor, se ha enterado de que Pilar Sánchez pidió antes de la sesión que no fuese él quien le colocase la medalla, la de la única diputada que no fue aplaudida ayer. Así se cobra una deuda en política.

El portavoz del PA, Jesús Plaza, está verde (y blanco) todavía y hay que darle tiempo porque el tono amable siempre se agradece en estos foros. 

Pedro Romero, portavoz de IU, se quejó del 'sistema' por la escasa representatividad que otorgan los votos a su coalición. Apunta maneras, a su estilo, el alcalde de Espera, aunque Cabaña no tuvo más remedio que sacarle los colores cuando le recordó que la Diputación siempre ha tenido las puertas abiertas a ciudadanos como él, al que en su día permitió encerrarse dentro de sus paredes para protestar.

El discurso de Cabaña era el más esperado, tras dos legislaturas al frente de la institución, y verlo de pie, lejos del sillón que ha ocupado tanto tiempo, resultó extraño. No defraudó el ya expresidente que, sin leer siquiera una chuleta, improvisó una intervención que arrancó más de una sonrisa porque insistió una y otra vez en que "no hay que dramatizar en la vida", sabedor de que ya no volverá a ocupar más ese sillón de brazos dorados y terciopelo rojo.  Citó a sus amigos Barroso y Pacheco, pero dejó claro también su afecto personal hacia el nuevo presidente, Pepe Loaiza, a quien por momentos casi llegó a sonrojar de tantos buenos deseos, que por momentos sonaron sinceros. Fue un discurso elegante en el que, no obstante, reivindicó su herencia (incluido el último millón que dejó en la caja esta semana "y que por falta de tiempo no he podido gastar") y advirtió de la vigilancia que ejercerá el grupo socialista porque la vida da muchas vueltas. 

El estreno de Loaiza como presidente contó con el prólogo de una Mercedes Colombo correcta que avanzó lo que sería un discurso de los llamados 'de manual'. "Tender la mano, sumar voluntades, arrimar el hombro, alcanzar grandes acuerdos, consenso, entendimiento, discurso constructivo, responsabilidad e intercambio de ideas" fueron algunas de las palabras que salieron de sus labios antes de mencionar de pasada sus retos. Sobriedad y seriedad en Loaiza para un día que unos calificaron de "histórico" y otros no tanto. Veremos cuánto dura este 'fair play' ante un horizonte  de elecciones generales y autonómicas a la vista, en tiempos de crisis. 

Fue un día marcado por la expectación cuya alegría dio paso súbitamente a la necesidad de trabajar por solucionar los muchos problemas existentes. El día en el que el PP pintó de azul la Diputación de Cádiz, como el pueblo malagueño de Júzcar, en honor de los pitufos que combatían al malvado Gargamel.

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