El día que nació José Carlos Fernández, qué planeta reinaría… en Jerez

Jerez íntimo

Foto escolar de José Carlos Fernández Moreno en el claustro del Liceo.
Foto escolar de José Carlos Fernández Moreno en el claustro del Liceo.

20 de enero 2025 - 02:18

Yo también creo a pies juntillas, como así escribió el excelso escritor Manuel Barrios en ABC de Sevilla aquel año de Gracia del Señor de 1994, que José Carlos Fernández Moreno es un “fuera de serie”. Quienes conocen -de cerca o de lejos- a este isleño/jerezano, como así el amor en el poema de Lope de Vega, bien lo saben. No procederemos hoy a descubrir la pólvora de un ser humano excepcional. Los hechos prevalecen sobre las palabras. Ochenta primaveras hablan por sí mismas. Este pasado viernes 17 de los corrientes mes y año me dirigí a San Fernando acompañado del gran Manolo Picón de Gracia, que es enciclopedia andante de la sociología -con nombres y apellidos, árbol genealógico de cada cual y anecdotario a tutiplén- del sur del Sur del último medio siglo. Se presentaba en la bendita cuna de Camarón un libro sensible y sensitivo escrito por la estilográfica exquisita de la siempre elegante, en el fondo y la forma, Adelaida Bordés Benítez cuyo título, ‘Mereció la pena. Retrato de tres cuartos de José Carlos Fernández’ (Ediciones Mayi), hace las veces de biografía autorizada de quien es hombre de Cultura con letras mayúsculas -nunca letraherido, tampoco escribidor de mala fortuna-, gestor inasequible al desaliento, novelista, dramaturgo, periodista, lector ávido, prosista impenitente, cofrade de la ceca a la meca, humilde hasta las trancas, enfermero titulado, dador del tarro de las esencias de sí mismo, académico, cristiano que no (se) tira faroles sino antiguo hermano mayor de último cirio y manos arrugadas, propagador de la Misericordia de Cristo, un ser libre que, de puro caballero, respeta a todo quisque.

Nuestro protagonista quiere a Jerez con latidos del alma. Su padre, José Luis, era natal de esta ciudad de pureza, flamenco, caballos, zambombas y quintaesencia embotellada de Andalucía. Por aquí también anduvo José Carlos niño durante un tiempo, o sea cuarto y mitad de sus machadianos días azules y sol de infancia. Pronto publicaré en la inmediatez de estas páginas periodísticas, a propósito de la novedad editorial, una conversación con Adelaida. Mas hoy permítame el lector lanzar una pregunta al aire de la voz de Imperio Argentina que emerge desde el fondo de la radio de cretona de la memoria: el día que nació José Carlos, qué planeta reinaría… en Jerez. Qué sucedió aquí, a vista de pájaro, el jueves 3 de agosto de 1944. Destilemos, con rigor de velo de flor, algunas pinceladas históricas de aquella jornada Jerez intramuros. El vecindario comentaba el enlace matrimonial que el miércoles día 2 se celebró en la iglesia del Carmen. Contrajeron nupcias la señorita María de los Ángeles Álvarez Zapata y Juan Luna Díaz-Borrego. La novia, que iba vestida con traje blanco de piel de ángel, cubriéndose con valioso velo de tul ilusión, entró en el templo a los acordes de la marcha nupcial de Mendelssohn, del brazo de su padre Manuel Álvarez Durán, mientras que el contrayente ofrecía el suyo a su madre y madrina María Díaz-Borrego, viuda de Luna. Bendijo la sacramental unión y ofició la misa de velaciones el reverendo padre fray Anastasio Fernández.

Las conversaciones de los jerezanos concitaban la expectación por el acontecimiento taurino que tendría lugar el domingo siguiente, 6 de agosto, en El Puerto de Santa María como inauguración de la temporada. 6 escogidos toros 6 de la acreditada ganadería de Mariano Fernández, con los espadas Pepe Bienvenida, Morenito de Talavera y Miguel del Pino. También se destacaba la buena nueva de la marcha a Elorrio (Vitoria) para así ingresar en el noviciado de la Congregación Marianista el joven Federico del Valle Jurado, hijo de los señores del Valle y García Márquez (don Manuel). El Hércules era equipo de fútbol jerezano que lograba hazañas deportivas por doquier. Álvaro Domecq, rejoneador sobresaliente, se preparaba para las famosas corridas de la feria de Bilbao, previstas para los días 21 y 25 de dicho mes de agosto, con reses de las ganaderías de Miura y de Atanasio Fernández respectivamente. En la Alcubilla continuaba abriendo sus puertas la ‘Ladrillera jerezana’: ladrillos ‘gafas’, tabiques, rasillas, toscos macizos. En Plaza Arenal 11 se hallaba ‘Jamón Casa Infantes’. Tío Pepe siempre en el brindis de los contertulios. Para artículos de piel y regalo, Elsa perfumería, en la calle Ramón y Cajal 16.

De cara al Mercado Central de Abastos, se establecía una multa de 30 pesetas por falta de peso en pescado y otra de 15 por desobediencia a órdenes. La ciudad lloraba el fallecimiento de Carmen Barea Lauro, esposa del empleado del Banco Hispano Americano Alfonso Royán Romero. Aquel jueves 3 de agosto fue conducido al cementerio el cadáver de la señora Rosario Vinagre Benítez -funeral en San Miguel a las 19.30 horas, vivía en calle Molineros 5-. Las maquinas de escribir se podían alquilar en el número 8 de la calle Ángel Mayo. Y un anuncio un tanto enigmático que corría de mano en mano: “Colegio de María Auxiliadora, calle Pedro Alonso. Se ruega a las niñas, Bachilleres, de Ingreso y Primera Enseñanza, actualmente residentes en la población, que hoy jueves, a las doce, se pasen por el colegio, sin uniforme, para comunicarles noticias de interés. La dirección”.

Cayetano del Pino.
Cayetano del Pino.
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