La fiebre de la carne picá

No sólo me he reencontrado con las hamburguesas sino que las disfruto igual que cuando eraun preadolescente 'kepchuniano'

Reconozco que tenía cierta antipatía a las hamburguesas, algo injusta confieso, porque de chico me ponía hasta arriba de hamburguesas y perritos en en el bar Las Palomas y me gastaba yo solo uno de esos barrilitos que servían para el ketchup. Lo echaba sobre la carne picá con la misma alegría con que un churrero pone la masa en el aceite.

Las "cosas" que ponen, por llamarle algo, los masmonas y los burguerplin, nos habían hecho huir al galope de este producto. pero reconozco que ahora no sólo me he reencontrado con ellas sino que empiezo a disfrutarlas de igual manera que cuando era preadolescente "kepchuniano".

Mi primera hamburguesa de gran rebañazo me la tomé en el Little John, en Rota, acompañadas además de unas crujientitas tiras de boniato fritas y aromatizadas con su poquito de orégano. En este sitio de Rota, que tengo grabado en mi disco duro de sensaciones para no olvidar, comprendí que cuando una de estas planchas de carne picá están buenas, lo del ketchup estorba y es como ponerle mayonesa a unos langostinos de Sanlúcar.

Desde entonces me he animado a recorrer hamburgueserías y he ido viendo cosas de lo más interesantes. Me encanta la "poesía hamburguesera" de Bienmesabe, en El Puerto de Santa María. Javier Fernández bautiza todas sus creaciones con nombres de mujer y cada una lleva combinaciones de lo más seductoras de ingredientes variados. Si peregrinan a este templo hamburguesero, permítanme una recomendación: pidan además su pollo frito en adobo, otra virguería.

En Burguer Food Porn, en Sevilla, he aprendido el atractivo del "guarrindongueo". Es imposible comer en este establecimiento sin mancharte las manos de salsa de queso que chorrea por todos lados.

Las hamburgueserías andaluzas están consiguiendo incluso premios a nivel nacional por su trabajo, muy lejos de "las cosas" que ponen las multinacionales del sector. Además han hecho otra cosa importante: reivindicar la papa frita. Demostrar que se pueden servir estupendas papas fritas en sitios como estos sin recurrir al "congelati".

Mi último enamoramiento ha sido hace unos días, en Steve Dog, una hamburguesería situada en Mairena del Aljarafe donde te sirven una jugosísima carné picá que harían temblar a las albóndigas de tu abuela. Qué alegría da ver a gente joven andaluza que es capaz de convertir en exquisitez un producto que se habían cargado las multinacionales. Todo un logro y, además, guarrindongo.

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