Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
Como todos los años coincidiendo con las fiestas de las tres capitales vascas, se ha desatado la polémica por la exaltación pública de presos condenados por su pertenencia y delitos de sangre, como miembros de la organización terrorista ETA. Digamos alto, claro y, en primer lugar, que el hecho de que en algunas txoznas se exhiban camisetas en honor de etarras que asesinaron a personas inocentes y se enaltezca a sus miembros encarcelados, es absolutamente intolerable sin matiz alguno. Está prohibido por las ordenanzas municipales, pero los alcaldes hacen la vista gorda, convencidos de que se trata de algo minoritario y de que para evitar que la cosa no vaya a mayores, es mejor mirar hacia otra parte y dejar que “la fiesta transcurra en paz”. Lógicamente las víctimas protestan y tienen toda la razón, porque es injusto y doloroso que los asesinos tengan espacios públicos a su servicio, mientras que quienes murieron sólo lo tienen en los cementerios.
En la sociedad vasca quedan aún rescoldos inadmisibles del cáncer que supuso ETA y cuando salen a la luz, lo hacen provocando las protestas justas de quienes sufrieron directamente a esta banda gangsteril. Y también vuelven a aparecer las voces airadas que identifican a Bildu con ETA, y gritan que son quienes mandan en España con el consentimiento del presidente del Gobierno a cambio de su apoyo para seguir siéndolo. Y, por último, los más hooligans descalifican a todo lo vasco, como una sociedad que se aprovecha del concierto económico para disfrutar de una calidad de vida insolidaria y superior a la de otros territorios. Ciertamente, ETA y el silencio que una parte de la sociedad practicó ante su actividad criminal, no son los ejemplos más edificantes de la historia de los vascos. Pero es injusto olvidar a los muchos que se enfrentaron jugándose la vida al terror. Es falsa la identificación de la actual Bildu con ETA; como lo es sugerir que el PP es un partido franquista. Y respecto al Concierto Económico, simplemente es constitucional y funciona porque se gestiona bien. Que haya fotos de etarras en una minoría de txoznas no es una anécdota y debe de ser combatido, pero de ahí a decir que es la demostración del triunfo de ETA, hay un trecho que hoy en día sólo cruzan aquellos que vivían mejor contra ETA, que sin ETA, ya felizmente vencida y desaparecida del día a día de la vida en Euskadi.
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