Tierra de nadie
Alberto Nuñez Seoane
Palabras que el viento no se lleva
TODO se acaba: el verano, el calor de las últimas semanas, las vacaciones a quienes las hayan podido disfrutar… y ahora también somos conscientes de que terminan más cosas: llega el fin de la tarifa plana de ADSL en internet.
Hemos visto durante los últimos meses campañas de Telefónica animándonos a contratar nuevas líneas de ADSL. Quizás lo que ya no hemos podido ver con la misma claridad son los cambios legales, entiendo que por la rapidez en que se movían las palabras, donde nos han ido dejando caer las nuevas condiciones que se están estableciendo para tarifar por consumo al usuario.
No es nada nuevo para Telefónica. En el Reino Unido, su filial O2 ya ha incluido en su catálogo comercial diferentes tarifas según el consumo del cliente, eliminando de una tacada lo que conocemos como tarifa plana de datos. Seguro que todos los que somos usuarios de dispositivos como el iPhone ya sabemos lo que esto significa: una caída importante de la rapidez de conexión, una vez que hemos excedido el consumo asignado para ese mes.
Todo está ocurriendo muy rápido. Desde que AT&T anunciara la eliminación de los planes de tarifa plana de datos, creando nuevas modalidades de tarifas según consumo, muchos operadores nacionales están empezando a levantar sus cartas, mostrando claramente sus intenciones para dentro de un par de meses, todo muy deprisa; todo se acelera, todo menos la velocidad.
En España, mientras se discute si debemos o no liberar las tarifas según el consumo realizado, seguimos con una velocidad media de ADSL de Telefónica de 3Mb y en muchas zonas sólo podemos disponer de 1 Mb sin posibilidad de aumentar la velocidad, mientras que en países punteros como Japón la media está en 10 Mb y en ascenso.
Pero en España es cíclico que Telefónica se queje antes de invertir lo necesario para evitar la sobrecarga de la Red y, generalmente, siempre acaba llevando a la Comisión Nacional del Mercado de las Telecomunicaciones por donde quiere. Se amparan en decir que el tráfico móvil satura las redes y crece rápidamente, algo totalmente cierto. Según un informe de la Comisión Europea, el 19,5% de los españoles usan la banda ancha móvil, frente al 6,9% de media comunitaria, una de las pocas cosas de las que podemos presumir los españoles a nivel tecnológico con respecto a nuestros vecinos europeos.
Pero, bajo ese prisma, no hay que tocar el precio de las ADSL. Hablaríamos sólo de las conexiones 3G, donde las tarifas son planas pero con diferentes niveles de consumo, o quizás es que ahora algunas operadoras sólo desean potenciar el uso de ADSL mediante tecnología 3G, evitando realizar las fuertes inversiones necesarias en modernizar las líneas físicas ya existentes. Recordemos que O en España acaba de lanzar 50 Mb mediante su tecnología de cable, por menos de 30 euros al mes.
Para Telefónica y el resto de operadoras, el centro de la batalla ha sido siempre la manera de encontrar el punto débil de las plataformas P2P, como eMule o BitTorrent, llegando incluso a estudiar la aplicación de descensos en la velocidad de la conexión del usuario si se comprobaba que estaba usando programas P2P. No obstante, este proceso obligaba a una gran transparencia por parte de las operadoras.
El aumento del tráfico generado por las descargas desde servidores como Megaupload o Rapidshare les pone las cosas mucho más sencillas a las teleco. Ver 50 minutos de vídeo en streaming y usar durante 90 minutos servicios de música on line, implica una descarga mensual superior a los 9Gb, que nos saldría por unos 80 euros mensuales si lo comparamos con las tarifas de AT&T. Y aún no hemos mandado ningún mail desde nuestro ordenador.
Hasta el momento, sólo hay un país donde se puede decir que se ha aprobado una ley que defiende en cierta medida la prohibición de discriminación entre usuarios y ha sido Chile. Otros países como Estados Unidos vienen defendiendo la Red como un espacio de libertad donde aplicaciones o servicios no tengan prioridad sobre otros, pero no ha pasado de eso, sólo se ha quedado en un discurso del presidente.
Hace pocas fechas, defendí que Telefónica empezaba a conocer internet: la compañía había decidido comprar talento a la hora de absorber Tuenti. Ahora la duda es saber si Telefónica conoce tan bien a sus clientes como para dar este paso.
Quizás los políticos, a los que también se les han acabado sus vacaciones, deberán también dar un paso adelante y recordar quién les puso en su puesto, si las empresas de telecomunicación o los ciudadanos.
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