Bernardo Palomo /

Sin fronteras localistas

la columna

02 de noviembre 2011 - 01:00

EL Arte no es patrimonio de una localidad. No lo es, nunca lo ha sido ni jamás lo será. Eso de la escuela de tal o cual sitio no es si no pura literatura o dialéctica interesada. No se pinta mejor por haber nacido aquí o allí; ni se canta de distinta forma por ser de un barrio o de otro -aquí, esto puede parecer todo un atrevimiento-; tampoco, por supuesto, se torea mejor o peor, ni con más o menos gracia, por haber nacido a orillas de tal río o a la vera de una determinada torre. El desenlace artístico es personal y cada cual tiene su particularísimo sello. Luego pueden darse distintas circunstancias que posibiliten especiales argumentos para crear postulados localistas. Llevamos, desde hace unos días, oyendo hasta aburrirnos, aquello tan manido de "Antonio Chenel, Antoñete, torero de Madrid". Hasta he llegado a ver un documental sobre los toreros madrileños. No era nada más que un cajón de sastre donde tenían cabida toreros de todos los tiempos que eran encasillados como de Madrid por el mero hecho de que algún sector de la plaza venteña, los hubiera tenido en su arbitraria consideración. Antoñete fue un torero grande, un artista muy importante y, por tanto, patrimonio de todos. Yo le tengo en el recuerdo eterno un día de San Bernardo, en la plaza de toros de Antequera, junto a Curro y al Paula. Fue un auténtico regalo en mi día y todo un regalo para los sentidos. Allí había tres toreros, nacidos en Madrid, en Camas y en Jerez, y toreros que formaban parte del patrimonio de la humanidad. Desarrollaron arte universal, de ningún sitio en concreto y de todos en general. Me molesta sobremanera que se acuda a esa especie de necionalismo -con e- , como si los nacionalismos de los necionalistas -con e- no hubieran hecho ya suficiente daño al mundo del toro. El toreo, que es uno de los ejercicios artísticos más importantes, no debe nunca ser fronterizado por estúpidas banderas localistas. Su horizonte es diáfano e inabarcable.

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