A ver, que yo me entere: en la movida del Prestige, cuando en Madrid mandaba el PP, la competencia era del Estado. Y ahora que han llegado de Portugal unas bolicas de plástico, como en España gobierna el Frankenstein bis de Pedro Sánchez, la cosa es de incumbencia de la Xunta de Galicia, aunque estén flotando pellets en playas de otras regiones, incluida la catalana de La Pineda, donde la aparición de esas micropartículas es recurrente cada vez que hay un temporal. En fin, que como dice mi cuate Pepe Arenzana, tú, estimado ecolojeta, lo que quieres es que se coma el tigre, que se coma el tigre, las carnes morenas de la derecha.

Groucho Marx: “Señorita, ¿se acostaría usted conmigo por un millón de dólares?”. Ella responde: “Por supuesto”. Groucho: “¿Y por un dólar?”. La señora se hace la ofendida: “¿Qué se cree usted que soy?”. Groucho remata: “Eso ya ha quedado claro. Ahora estamos negociando el precio”. Tradúzcanlo al catalán. A estas alturas, el diputado Rufián, antisistema que gracias al sistema cambió el H&M por la moqueta del hemiciclo, seguro que sabe que el independentismo es siempre la rebelión fiscal de los ricos. Que nadie se separa para ser más pobre. Así que menos pendejadas y menos historias de padres subyugados por los señoritos andaluces porque el orgulloso charnego funge, en realidad, de guarda de la finca de la acaudalada burguesía catalana. La misma que lo utiliza y lo desprecia –por rojo y por andaluz– a partes iguales.

A Carlos Sainz lo han pillado llamando asshole a Pedro Sánchez en una conversación privada. Hablaba el campeón de rallys con otros pilotos en inglés, lo que no ha sido suficientemente ponderado por los tertulianos de cuota. De hecho, asshole ha sido traducido por la mayor parte de la prensa como gilipollas, cuando, en realidad significa canalla o idiota. Ninguna de estas dos acepciones es, referida al presidente del gobierno, injuriosa, sino meramente descriptiva. Para el diccionario de la RAE, canalla es una persona despreciable y de malos procederes. El concepto de idiota hace referencia, por su parte, al discapacitado ético, al individuo que se distrae deliberadamente de las implicaciones morales de sus decisiones y de sus actos. El idiota es una prostituta de los valores: habiendo ganancia personal se vuelve sordo, ciego y mudo para ejercer y permitir la corrupción. Sainz sabía perfectamente lo que decía: si hubiera querido llamarle gilipollas, lo habría hecho así, en español. Con todas las letras y con tonito ayusesco, que sabe lo que le jode.