Notas al margen
David Fernández
Del cinismo de Sánchez a la torpeza de Feijóo
A decir verdad, nunca he prestado demasiada atención a esa creencia escatológica, fundamentada en el calendario maya de la cuenta larga, de que el fin del mundo ocurrirá el 21 de diciembre de 2012.
Como digo, no he sido amigo de esos discursos cosmogónicos, a mitad de camino entre la superstición y la teología popular. Pero desde la semana pasada no hago más de darle vueltas al magín que tengo por cabeza, sobre todo después de escuchar la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. Lo que más que me impresionó de ella, que fue además lo que puso fin a mis dudas sobre la hipótesis del calendario maya, fueron las palabras de la Vicepresidenta del Gobierno al anunciar las medidas tomadas: "Esto solo es el inicio del inicio". ¡Válgame Dios! Ni los mayas, ni los aztecas, ni Nostradamus, ni el más mindundi de los agoreros podía sembrar mayor inquietud y temor entre el común de los oyentes.
Así pues, todo el día dándole vueltas a la frasecita de marras. Y es que detrás de ella, pegadita como las cuentas de un rosario, venía un conjunto de medidas que no solo ponía los vellos de punta, sino que auguraba un futuro cargado de nubarrones: si han comenzando congelando el salario mínimo, los sueldos de los funcionarios, la ley de dependencia, subiendo los impuestos…, y esto es solo el inicio, ¿qué será el final, una vez se celebren las elecciones andaluzas en el mes de marzo? Fue entonces, ya de noche, intentado coger algo de calor en la cama, cuando imaginaba que Soraya, más que la Vicepresidenta, era la Bruja Avería; que más que el resumen del Consejo de Ministros, sus palabras eran vaticinios sombríos sobre el futuro, un futuro negro como el carbón, o sea, conclusión del duermevela: que era posible que el calendario maya tuviera razón, porque con este ritmo de medidas gubernamentales al 21 de diciembre de 2012 no va a llegar vivo ni el más fornido de los mortales.
No es fácil aceptar, con doce meses de antelación, el fin del mundo. Y para ello, en este tiempo, nuestros gobernantes nos irán preparando adecuadamente. Nos recordarán que no somos más que simples pecadores que en tiempos pasados vivimos momentos de locura y bonanza, y que ahora toca purgar nuestros desmanes; que la libertad es un bien pasajero, y que ahora estamos sometidos, esclavizados a la austeridad y los recortes; que soñar es un verbo antipático y en desuso, y cuyo mejor antídoto es el sentido común; que si fuera preciso, y lo será, la tijera afectará no sólo a cuestiones económicas, sino también a los derechos ciudadanos; que la sumisión, el miedo, la obediencia, el sometimiento, la mansedumbre son virtudes esenciales de la ciudadanía, y que ellas y solo ellas, nos facilitarán una adecuada vida eterna…
Al amanecer, y en previsión del inminente final, tomé el flagelo. Con la espalda amoratada, camino, condenado y sometido, por este valle de lágrimas. El próximo viernes, Consejo de Ministros, y el siguiente, y el otro…: me echo a temblar. Y así hasta el 21 de diciembre de 2012: jodidos mayas, jodida Merkel.
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