Jerez: Alberto Escudier, Tales de Mileto, discursos de odio y Félix de Azúa (I)

Alejandro Aguilar, Alberto Escudier y Enrique de Mora, en la Sala Capitular de la Amargura.
Alejandro Aguilar, Alberto Escudier y Enrique de Mora, en la Sala Capitular de la Amargura.

03 de diciembre 2025 - 05:17

Vaya por delante -que es expresión repetida en consecutiva usanza por José Luis García Cossío ‘Selu’ para la introducción de cada pasodoble de su chirigota ‘Mi suegra, como ya dije’- un aserto -y a su vez acierto- cuyo contenido no ha pasado de puntillas según la lontananza de mis lecturas diarias. Hago referencia a unas frases por suelto que componen e incluso recomponen -mas nunca metamorfosean- el mensaje del estado de WhatsApp que el gran capataz -de pasos de cofradías- jerezano Ezequiel Simancas publicó ayer poco antes de la hora del ángelus. Dice así: “Odio tiene 4 letras, pero también amor. Fracaso tiene 7 letras, pero también triunfo. Llorar tiene 6 letras, pero también reírse. Negatividad tiene 11 letras, pero también las tiene positividad. Mentir tiene 6 letras, pero también verdad. La vida tiene dos caras: elige la mejor”. Medalla olímpica en salto de pértiga para el eco de esta certeza que a todos nos concierne. Otra aseveración que tampoco conduce en carreteras secundarias, la propia vertida por el considerado primer filósofo de la historia, Tales de Mileto: “La cosa más difícil es conocerse a uno mismo; la más fácil, hablar mal de los demás”. Aquí llueve sobre mojado, quizá porque este inconmensurable legislador griego siempre creyó que “el agua es el principio de todas las cosas”.

Permítame el lector un tercer apunte cuyo deslumbramiento se debe a la abisal pluma del grecolatino periodista Carlos Luis Álvarez ‘Candido’, quien, siempre como un senador del humanismo cuajado de interrogantes nunca pendulares, afirmaba en la página 106 de su ensayo ‘Qué es la dignidad’ cómo “hoy, cuando la posmodernidad prefiere la escenificación, sin ver lo que se esconde detrás del decorado, hay que luchar para que los hombres no huyan ante la realidad y sean capaces de aceptarse como son. Sin embargo el propio Erich Fromm ya observó en la sociedad la orientación hacia el marketing, esto es, la escenificación, el crear imagen para venderla, el parecer y no ser”. Cándido teclea estas reflexiones durante las postrimerías del año 2000, cuando aún ni de lejos corrían hacia nosotros, con velocidad de crucero, los regimientos de caballería motorizada de las redes sociales tal como hoy las concebimos. ¿Visionario -y a todas luces futurólogo- el sustituto de César González-Ruano en la columna cuasi diaria de ABC?

Este prologo -a modo de collage de ideas- salta a la palestra -léase: a la pantalla táctil- cuando me siento al teclado isla del iPad. Insisto erre que erre en la magnificencia que destila -que estila y que titila- el siempre distinto ciclo de conferencias -¡cuarta edición ya!- organizada, bajo el epígrafe ‘Cuestiones morales de nuestro tiempo’, por la Amargura. Es de agradecer -reincido en ello- que un hermano mayor tan humilde y tan solvente -en la empatía y en la cercanía personal- como Alejandro Aguilar delegue en el letrado y poeta y profesor universitario Enrique Víctor de Mora Quirós la coordinación de tales ponencias. A cada especialista lo suyo. Quien sabe pilotar un trabajo de equipo -como así

Alejandro en la corporación que preside- no escatima en tales designaciones. Repartir juego compete a alguien con la cabeza muy bien amueblada. Aunque el frío azotaba con cierta ferocidad, la charla no estuvo exenta de público. Todos nos arracimamos al calor de cuanta enseñanza nos aportó y nos reportó el abogado Alberto Escudier Baliña, socio del bufete Salido-Rojas-Escudier y hermano -reciente- de la Hermandad de la Flagelación, como así era nombrada popularmente en los años 60 y 70.

Alberto fue -años ha- alumno de Enrique Víctor en la carrera universitaria. De Mora participa que de alumno enseguida se le apreció su interés por el Derecho, así como su carácter participativo en las aulas. Alberto es un abogado de altura, en la doble significación del término. Parece un guardaespaldas de la ley. Simpático y ameno a raudales. Procuró -con eficacia- que su disertación no adquiriese tintes de lección jurídica. Evitó los términos en exceso técnicos en aras de la pronta comprensión de cuanto quiso transmitir. El título de la conferencia crepitaba de pura actualidad: ‘Discursos de odio y redes sociales: la delgada línea roja’. De entrada pensé en la naturaleza cainita de quien -aquí y allí- se sabe hijo de la piel del toro. En el garrotazo y tentetieso de la pintura de Goya y en la inhumanidad de los personajes protagonistas de la novela ‘La barraca’ de Vicente Blasco Ibáñez. Y en el título del libro como refriega, y como redoble de conciencia, de Fernando Sánchez Dragó: ‘Si habla mal de España… es español’.

En España la violencia -hermana mayor de la vehemencia- suele pasar a mayores. Tendríamos que retrotraernos a ciertas tesis de pensadores de la talla de Pedro Laín Entralgo -siempre al costadillo y no al rebufo de su obra magna ‘España como problema’-, Félix de Azúa o el recomendable y redivivo Manuel Chaves Nogales quien, en los prolegómenos de su mítica ‘A sangre y fuego’, planta rodillas en la almohadilla del confesionario y traza una reflexión -expositiva y ojalá exponencial- a viva voz a propósito de la pacificación interna del país como contrapeso a la terrible carnicería que siempre, desde una trinchera o la contraria, acarrea ahogos de sangre entre hermanos.

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