
Línea de fondo
Santiago Cordero
Sotomayor en la Feria de Medina
Jerez íntimo
La mirada del Prendimiento no se escora ni se escorza. Si te plantas frente a Él, fijará sus retinas en las tuyas. Ídem si te desplazas cuatro pasos a izquierda o derecha. No deja de observarte. El Justo calla. Su grandeza no radica en el contraluz, sino en la contrasombra. El Señor, sí, aparta la tiniebla de todo soslayo. En su expresión no cabe la geometría de la pilastra. El Prendimiento nos libra de las oscuridades, eleva a trascedente el rasero de lo cotidiano, subvierte la medida del tiempo cuyo lapso, en Santiago, es perspectiva oferente de evangelización. A su lado, la noche está hendida de claridad. Hay Sagrados Titulares que sostienen el secreto de una revolución social. El Prendimiento desata poderío. Es cauce y caudal. A sus plantas lo antiguo se torna histórico. Sostiene los ojos abiertos, como redondeces de codales con diámetro de eternidad. El Miércoles Santo no hay persiana echada en derredor, extramuros del templo, y se establece tácitamente como un soliloquio de soleares que los nazarenos sólo advierten. También en estas oraciones silabea una filología aún no registrada. La sangre es más roja y menos indómita si rezas al Prendimiento. Las cuerdas vocales a su vez lo serán de guitarra en el interior de este amén sin puntos suspensivos.
El alcance también racial de la Hermandad da vértigo. Nos lo dicta el tribunal sin testigos de la Historia. Los cofrades cabales -aquellos que por encima de cualquier otro envaramiento son buenas personas- saben que mañana estarán con el Prendimiento en el Paraíso. Así lo asumieron hermanos en la Fe como Rufino Quintana. O como Manuel Moreno Junquera ‘Moraíto Chico’. O como Ángel Espejo. O Bartolomé Lora Nieto. O el padre Corona Humanes. O Rodrigo Daza. O Javier Pedro. O Pepe Bernal. La memoria se eriza en el legado de estos hombres que ya han pulsado el infinito del azul cielo. Los recientes acontecimientos que han sumido a la Hermandad en un vertiginoso proceso de crisis por veces más entretejido de espirales hacia ninguna parte ahora parecen retomar, a ojos vistas, el correlato del definitivo encauzamiento. No es posible extender la blancura de la inocencia pero sí extirpar el óxido de la desconfianza entre iguales. Los hermanos del Prendimiento están protagonizando -hasta la presente- un proceso electoral ejemplar. Sin los cachivaches de dimes y diretes. Sin el runrún de la murmuración. Sin el desconcierto de los egos desafinados.
Amanece por uno de los barrios más castizos de la ciudad. La buena gente del Prendimiento lleva en volandas -con alegría, con fortaleza- la ilusión de un nuevo comienzo. Se palpa a leguas el general deseo de una normalización estructural -dirigente- cuyo dinamismo conlleve al fomento de convivencias que limen asperezas. Los tres candidatos a hermanos mayor ya han expresado el uno para todos y todos para uno de la cordialidad recíproca. Rivalidad, cero. Ninguno de ellos ha extrapolado a la institución posicionamientos personalizados. Fobias no, filias sí. El orgullo de pertenencia se está traduciendo en la fluctuación del sentido institucional. Por esta sencilla razón la Hermandad estará en buenas manos sea quien fuere el hermano mayor elegido en los inminentes comicios de esta gran cofradía de la Semana Santa de Jerez. Dios no repartirá suerte porque ya de entrada es una bendición que tres personas de la calidad cristiana de Abraham Soto Arjona, Francisco Javier Maldonado López de Carrizosa y Sebastián Carrasco Junquera hayan dado el paso adelante. Con espíritu de servicio.
La Hermandad del Prendimiento es una potencia humana de la ciudad. Cuando la corporación convoca con sus cinco sentidos, peta. Arrastra, contagia, lidera. De las elecciones no sólo resultará el escrutinio que dicte quién coordinará a partir del 31 de los corrientes los designios de este emblema de devoción y jerezanía sino, a buen seguro, la revitalización de un barrio. Prendimiento y Santiago forman el haz y envés de una misma concordia. Arterias de idéntico corazón. Las Hermandades saben a ciencia a cierta que el siglo XXI exige proyectos originales e incluso autóctonos de calado social. Si el Prendimiento resurge -que lo hará- de las urnas, el barrio de Santiago recibirá una inyección de vida y dinamización de acciones sucesivas que coadyuven a todo tipo de mejoras. Estas elecciones a hermano mayor traen un pan debajo del brazo. Pan amasado con la harina de la sencillez, el trabajo omnímodo de una cofradía dispuesta a enderezar el rumbo de los últimos años y el alto sentido de la cooperación y comprensión que los cristianos están obligados a poner en práctica. ¡Enhorabuena a los hijos del Señor de las manos atadas cuya divina mirada ni se escora ni se escorza!
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