Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La conversión de Pedro
¡Qué exquisito rato de cofradías echamos el pasado sábado poco después de la hora del ángelus! La Capilla del Calvario sostiene -o, por mejor decir, mantiene incólume- el sabor antiguo de un real abolengo no taxativamente rancio. Intramuros se transpira y se trasmina Historia, categoría color sepia, molduras de oro viejo que enmarcan fotografías en blanco y negro de reyes de España con antiguos hermanos mayores, personalidades de alto copete, nobleza, varas lisas de principios del siglo pasado, linaje que apellida la huella indeleble del tiempo, signos gráficos de arraigadas devociones y nunca ritos atávicos, la fisonomía de un ADN corporativo cuya categoría institucional repecha por las paredes de las escaleras que conducen a los pies de la conmovedora representación del Duelo. Impone respeto permanecer junto a la urna -de plata de ley y cristal de roca- de Cristo yacente. Nos empequeñecemos bajo la envoltura maternal de esta Virgen -de pálida tez- a la que siempre rezábamos, de chiquillos, en la yuxtapuesta oscuridad de la calle Taxdirt cuando el epílogo de la Semana Santa sonaba a marcha de Manuel Fernández Molina ‘Parrilla de Jerez’ tras la trasera del paso de palio. La Hermandad de la Piedad -es vox populi- atraviesa un pujante momento. Prima el sentido común y el conocimiento de causa. Un hermano mayor serio, sereno, discreto, enemigo del postureo -y del figureteo-, servicial, gestor, siempre a la altura de las circunstancias de la cofradía que representa: Enrique Espinosa Aguado. Y hermanos dirigentes que dotan de presencia y gusto cofradiero todo cuanto organizan y convocan. Esto es: criterio. ¿Verdad que sí, Miguel Sánchez?
Esta pujanza se traduce en hechos. Obras son amores y no buenas razones. Por ejemplo la mesa redonda de este pasado sábado sobre ‘Las Ánimas Benditas del Purgatorio y el Santo Entierro. Culto, Historia y tradición de las devociones antiguas’. O bien otra novedad acordada por la unanimidad del Cabildo de Oficiales: un triduo de Ánimas a celebrar durante los días 11, 12 y 13 del próximo mes de noviembre. ¡Albricias: menuda noticia tan atípica según -a día de hoy- las hodiernas calendas cofradieras! Cinco jotas para paladares exigentes. La esencia no adulterada. Juan Jacinto del Castillo, director espiritual -bastante recuperado ya de la aparatosa caída por las escaleras que padeció hace aproximadamente mes y medio-, me precisa cómo una de las tres Marías que conforman la escena del Duelo -la que cose tijeras en mano para más señas- es clavadita a la Virgen del Desconsuelo antes de la restauración de la Dolorosa de San Mateo. Acierta con precisión el nuevo párroco de Santiago. Por cierto: encomiable la labor que Juan Jacinto ha realizado tanto en Fátima como en Barbadillo. En su toma de posesión de Santiago el templo estuvo a rebosar. Los hermanos de la Piedad son acogedores y fraternales de trato. Te sientes como en casa. No cesan, risueños, de aportarte datos históricos y pormenores de la actualidad de la institución. Entre aquellos muros puedes moverte como pez en el agua. Nada distorsiona la vista sino muy al contrario. Pasas de la instantánea de Alfonso XIII a la del marqués de Domecq. De bordados de las hermanas Antúnez a la mano extendida del Discípulo Amado. De la oración que se arrodilla ante el Sagrario a la alegoría del triunfo de la Cruz sobre la muerte...
La contemplación del Duelo produce efectos balsámicos y una hondura espiritual de manifiestos mensajes evangélicos en quien observa, atónito, esta belleza sin actual parangón prácticamente en toda Andalucía. Después del generoso recibimiento de los anfitriones y de un recorrido por el interior de la capilla, sacristía, camarín y Casa de Hermandad, saludo a no pocos amigos y conocidos que llegan, puntualmente, al acto -protagonizado por los investigadores José Manuel Moreno Arana, Antonio de la Rosa, Esteban Benítez y, como moderador del debate, Eduardo Velo-: léanse, entre otros, el sacerdote Rafael Leal, David Calvo, Antonio Delgado, Adrián Roldán, Salvador Jiménez, Aroa Camacho, Ana María Jiménez, Manuel Montenegro, Antonio Yesa, José Jiménez Pichardo, Manuel Franco, Víctor Velo, Francis Saborido… En las palabras de salutación y bienvenida, y tras la oración inicial a cargo de Juan Jacinto, el teniente hermano mayor, Gabriel Gálvez, con excelente dicción, aparte el protocolario agradecimiento por la nutrida asistencia, comunica cómo la Junta de Gobierno ha decidido potenciar el mes de noviembre con las novedades ya arriba expresadas, y asimismo que al término de la convocatoria se abriría servicio de bar con fines solidarios destinados -¡otro detallazo!- a la necesidad que en Valencia aún sostienen muchísimas personas un año más tarde del suceso de la DANA. El sufrimiento de los hermanos valencianos no ha sido olvidado por los cofrades del Calvario.
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