Jerez: Pepe Castaño, Felipe Morenés y la contestación de Eugenio Vega

Felipe Morenés, el pasado martes, en la sede de la Academia de San Dionisio.
Felipe Morenés, el pasado martes, en la sede de la Academia de San Dionisio.

10 de noviembre 2025 - 04:00

Me congratula sobremanera que la Hermandad de Jesús Nazareno haya nombrado Hermano Mayor Perpetuo al amigo y hermano -contertulio y confidente- Pepe Castaño Rubiales. El acierto -tan matrimoniado con un palpable sentido de la justicia- es, por perogrullesco, de cajón. Al pan, pan y al vino… un entrechoque de copas de Tío Pepe por tan laureada decisión. La intrahistoria de las cofradías jamás puede ser borrada ni por el complejo de inferioridad revestido de soberbia ni por el tradicional cero a la izquierda con ínfulas de unidades de millar ni por el embuste ahíto de graderío. Hay quien de pronto pretende borrar o al menos emborronar cuanto ha precedido a la causa -o sea: al día a día institución- y -vez tras vez- a cuantos antecedieron en la gestión. Opera un imposible. Porque la verdad es más ancha que nosotros y a menudo el silencio traza la efectividad -es decir: la dimensión- de su propia elocuencia. Pepe Castaño no ha sido un hermano mayor de ocasión ni de transición. Tampoco apegado al cargo -al de máximo representante o a cualquier otro de la Junta de Oficiales- de un modo enfermizo como soporte -o salvavidas- de la autoafirmación personal intramuros y extramuros de sí mismo. Jamás necesitó agua hirviendo y jabón de soja -o incluso lejía blanca en algún caso- para separar -a la fuerza, ahorcan- la mano derecha de la vara dorada. Cuando la empuñó siempre estuvo en su sitio. Erguido y con la chaqueta por supuesto abrochada.

Pepe Castaño ya era alguien en Jerez al margen de su ocasional -jamás residual- desempeño dirigente en la corporación de San Juan de Letrán. Si aludimos al ámbito estrictamente cofradiero, a nadie escapa que sería -por derecho propio: a las pruebas de la evidencia nos remitimos- un precursor en subsanar males que aún hoy perduran en según qué casos: verbigracia erradicó el machismo recalcitrante -tan anacrónico y maloliente- como sinónimo de prepotencia y por descontado discriminación sexista. Sin mostrar además ojeriza por las funciones básicas tipificadas en los estatutos de las Hermandades, Pepe avistó pronto -con sociológico ojo clínico- que una Hermandad carente de cuanto pudiéramos calificar como original y originaria obra social finalmente resulta exigua y como a medio gas. Cojitranca de potencialidad. Ahora anda -¡siempre de frente!- este cofrade combatiendo achaques oculares que sólo por el momento le impiden leer. Ni libros ni el periódico ni el WhatsApp. Muy a su pesar. En tanto la lectura y la escritura forman parte consustancial de quien no cesa de pergeñar artículos y ensayos. Omito las ponencias (que por lo común dicta sin folios de por medio). No obstante, ni por asomo anda corto de vista porque Pepe supo ver con los ojos del corazón cuanto otros ni con gafas de aumento. Paciencia y a barajar, proclamaba el Quijote. Nuestro prohombre de Jesús Nazareno mejorará gradualmente del desgaste de sus retinas. No hay mal que cien años dure, ni visión que lo sostenga. La mirada de Pepe siempre irradió luz. Y discernimiento. ¡Mucho discernimiento!

Cambio de tercio. Quiero dejar constancia en acta -de hoja de papel prensa- el lleno hasta la bandera que el pasado martes registró la sede social de la Real Academia de San Dionisio con motivo de la sesión pública de ingreso como académico numerario de Felipe Morenés Giles. No cupo ni un alfiler. Ni siquiera la aguja del pajar del dicho popular. Felipe tuvo tirón. Arropado en loor de multitudes. Nada extraño si recalcamos su reconocible don de gentes. Conversar con él es colmarte de sapiencia. Hay anécdotas de personalidades nacionales e internacionales de renombre que sólo puede contarte de primera mano -como una exclusividad esbozada por el testigo presencial- Felipe. Alto y jamás altivo. Elegante como la impecable tersura -y no tiesura- de una americana a la inglesa cortada. Cortés y culto. Risueño y no visueño. Para el diálogo se apoya dinámicamente en el movimiento de las grandes manos, como de alfarero de las vasijas del pensamiento. Eugenio Vega Geán bordó la contestación al discurso de ingreso. Eugenio es poseedor de un encanto de veras ameno a la hora de comunicar. ¡Qué gran pregonero de la Semana Santa habita -secretamente- en él! A propósito de Felipe dijo que “la constante y cotidiana inquietud intelectual, empresarial o social, y su afán por el servicio a la comunidad, bien pueden guiar una vida instruida sobre sólidos pilares existenciales (…) Felipe Morenés Giles es un noble de sangre (la nobilitas; hidalguía de capa y espada, como dirían los antiguos), que responde con trabajo y servicio a las necesidades de su sociedad coetánea, como es preceptivo para una antigua aristocracia, que en el auxilio encontraba el caballero su función sociológica”. ¡Chapeau, Eugenio!

stats