Jerez íntimo
Marco Antonio Velo
¿Por qué la Hermandad de la Borriquita se ha llevado este año la palma de las zambombas jerezanas?
Civitas solis vocabitur una. El pasado sábado un blasón coronado de Historia alzó su dignidad de once espadañas andaluzas. Desde el mirador más alto de esta localidad tan blanca de cal, tan enladrillada de apellidos nobles, fidelísima a la inherente idiosincrasia municipal -como su propio título indica-, pudimos apreciar -¿verdad que sí, Nora?- la insondable lontananza de un hechizo a cuyo excedente claman los ecos de la ribera occidental del Nilo. Ya lo profetizó Isaías en el versículo 18: “Sólo una será llamada ciudad del Sol”. Astigi. El Cairo. Valle del Genil. He aquí -clara luz- Écija. Toponimia y geografía con sabor a remolacha aliñada. A plato de arroz ibérico con asaduras. A cortadillo de sidra. A cerveza fría, casi helada, como conservada en el atávico iglú de los ancestros. Romanización minimalista de mosaico y vuelta a las andadas sobre un sendero de Vía Augusta. Amor patriae. Amour fou. Angulus ridet. Este rincón -confín inmutable de la certeza- me sonríe. “Tratamos con la flor, con el fruto y el pámpano”, que escribiera Rainer Maria Rilke. Casas palaciegas de señoriales escaleras. Caballerizas adunadas de pesebres asimétricos. En el cuaderno de notas del visitante andariego leemos la caligrafía menuda de quien osa caligrafiar carreteras secundarias y tierras colindantes: La Aceñuela, Los Arenales, Cerro Perea, Isla Vicario, Isla Redonda, Villanueva del Rey…
Hemos partido a temprana hora. Silvia conduce suave. Su timbre de voz es propicia para la locución radiofónica. Los matrimonios que formamos la expedición intercambiamos confidencias. La amistad es de larga data. Hablamos de lo divino y, en mayor proporción, de lo humano. Congratula involucrarse en esta exquisitez de formas. Aquí prevalecen los lazos de consanguinidad (afectiva). De cuando en vez escribo ideas sueltas. La tinta china, negrísima, surge como una hilera de hormigas que aspiran a la recordación. Tácitamente dedicamos un madrugador ‘bye bye’ a Jerez, tan poblada de motoristas aupados sobre el rugido y la francachela. Bienvenidos son y, por supuesto, a su casa vienen. En alguna página preliminar -travieso papel de seda- de la agenda de bolsillo entrecomillé a vuela pluma frases de Carlos Barral y Salvador Clotas. Hago referencia a las mismas porque la ocasión la pinta calva. Arribamos, sin comerlo ni beberlo, ni siquiera en la parada sin fonda de la estación del muñeco fantasma ‘La pausa’, en suelo astigitano -in illo tempore dirigido espiritualmente por el obispo Fulgencio de Cartagena-.
El Día del Instituto de Reales Academias de Andalucía nos congrega, de entrada, en la Iglesia de la Limpia Concepción de Nuestra Señora (Los Descalzos). Una comisión de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras se hace presente. Esta anual cita reúne a las doctas casas de Andalucía. La difusión del conocimiento es un magma que no cesa. Jerez nunca falta. Por obligación institucional y a tenor de las fluidas y excelentes relaciones que mantiene con el Instituto y con las Academias que a ésta pertenecen. Enseguida nos percatamos -¡salta a la vista!- que Écija es la ciudad barroca por excelencia de Andalucía. Esta aseveración, como el brillo de los ojos al decir de Lola Flores, no se opera. La iglesia de Los Descalzos es un prodigio de barroquismo, profusión de yeserías y pinturas murales. Predomina la unicidad del criterio estético. La escultura y la arquitectura nos dejan boquiabiertos. Fotografío la bóveda de cañón. Y la talla de san Alberto. Los contrafuertes de la nave del Retablo del Crucificado de la Misericordia sólo nos permiten concebir el sitio en términos líricos…
La elegante alcaldesa de Écija, Silvia Heredia Marín, quien además celebraba en la jornada su aniversario de boda, dictó unas palabras de introito. Es justo felicitar a Clemente Manuel López Jiménez, presidente de la Real Academia de Ciencias, Bellas Artes y Buenas Letras ‘Luis Vélez de Guevara’ por sus palabras de bienvenida y sobre todo por la medida laudatio que precedió a la imposición de la Medalla de Honor del Instituto de Reales Academias de Andalucía a Concepción Ortega Casado. Nuestra querida Conchi, visiblemente emocionada, es ejemplo de esfuerzo y gestión -innominada hasta la fecha- en pro de estas corporaciones defensoras de la cultura universal. La ponencia central corrió a cargo de la directora del Museo de Bellas Artes de Sevilla María del Valme Muñoz Rubio. La intervención del presidente del Instituto -hombre dado a la brillante oratoria- Benito Valdés Castrillón anticipó no copias al natural sino realidades muy esperanzadoras para el futuro inmediato de nuestras ilustres corporaciones… De ello es muy conocedor el consejero de Universidad, Investigación e Innovación de la Junta de Andalucía José Carlos Gómez Villamandos.
No cupo mejor colofón del Día del Instituto que el ofrecido en tres partes: la primera: la interpretación musical protagonizada por la soprano Concepción Martínez Ortega y el organista Andrés Gea Galán; la segunda: el aperitivo servido por el Excelentísimo Ayuntamiento de Écija en el deslumbrante Palacio de Santaella y la tercera: la visita a la ciudad guiada por el derroche de amabilidad y conocimiento de causa de Eugenio, profesional de ‘Ciudades Medias del centro de Andalucía. Donde late la Historia’. ¡Cómo supo trasladarnos a los cimientos históricos de diferentes museos, palacios y linajes -los Aguilar, los Henestrosa, los Ponce de León-, mitos y leyendas, referencias cristianas a pie de calle -tal la del Cristo sin soga- de esta ciudad tan envolvente y siempre transitable como un monumental itinerario de bonhomía y arte!
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