EN diciembre de 2014, la fotógrafa jerezana María Higuero inauguró en la sala Pescadería Vieja Divino Jerez, una exposición compuesta de 33 fotos de un carácter muy especial. Todos los retratados, catavino en mano, se encuentran en diálogo con nuestro vino, un diálogo provocado por la propia artista que, a la vez que disparaba su cámara, indagaba en los sentimientos de los invitados, haciéndoles viajar por sus recuerdos y emociones. Una vez que llegaban a ellos, María los capturaba al vuelo como parte que era de ese viaje. Las instantáneas seleccionadas intentaban reflejan ese sentir y se ilustraban con un breve extracto, un reseña casi poética, del diálogo mantenido, para apoyar el relato de las propias fotografías. Apenas año y medio después, aquella exposición ha viajado a Nueva York para inaugurar el Congreso de la Federación de Asociaciones de Españoles en Estados Unidos y estará expuesta del 17 al 24 de mayo (luego viajará por otras ciudades) en "La Nacional", sede de la Spanish Benevolent Society. Un edificio del siglo XIX alberga la casa cultural más antigua de la ciudad, que constituye uno de los pocos vestigios de lo que en su día fue el barrio "Little Spain" en Manhattan, y que es portador de una historia más que singular, como refugio de emigrantes llegados a la Gran Manzana o como residencia de artistas y escritores (Lorca escribió allí parte de su Poeta en Nueva York). Hasta allí ha marchado María con sus fotos en una maleta y, además del vino que aportan bodegas jerezanas (que no falte), ella piensa que también lleva el vino en sus fotos, porque en ellas viajan los sentimientos que provoca entre la gente de Jerez reflejada en ellas. Todos, los hay más y menos conocidos, constituyen para María una representación de quienes somos. Más allá del posible éxito del viaje, algo que la artista rehúye, se me ocurre que con él se da una forma curiosa y distinta de exportar Jerez y el jerez.