Nuestros jóvenes se han ganado una fortísima ovación y el reconocimiento más enérgico de todos nosotros, “hasta el infinito y más allá” como decía el muñeco Buzz Ligthyear de la película Toy Story. Todos los jóvenes que terminaron alguna etapa académica en el curso 2019-2020 se quedaron sin fiestas, sin viajes, sin actos de graduación. Se quedaron en el distanciamiento que nos obligó y que nos impuso la pandemia. Quedaron aislados sin el calor y la cercanía de su gente, de sus compañeros, sin esos abrazos y miradas. Sin los aplausos y el clamor de la reunión en grupo llena de sensaciones que forjan y que son tan importantes en unos momentos muy significativos en sus vidas cuando se culmina una etapa.

Pero esos mismos jóvenes nos han dado una gran lección de lo que son capaces de asimilar, adaptarse, reorientar, reconducir, optimizar y avanzar aún cuando vienen mal dadas. Se han hecho más fuertes, comprometidos y humanos en medio de tanta distancia y lejanía que ha impuesto el virus pero que ha minimizado el mundo digital porque ha servido para mitigar el dolor del distanciamiento. Hubiera sido mucho pero que mucho peor vivir esta pandemia sin las nuevas tecnologías.

Estos jóvenes son unos verdaderos héroes que están viviendo una situación nada fácil pero en un entorno de recursos que lo hace más llevadero. Un entorno digital que también ha servido para que en muchos casos en centros educativos se relajen más de la cuenta utilizando en demasiadas situaciones la eliminación -todavía- de reuniones y tutorías presenciales con los padres por precaución ante la situación de contagio pero después en la feria... En la feria por ejemplo no hay problema de distanciamiento y nos “juntamos” todos: profesores, directores, padres, madres, alumnos, alumnas y sus derivados.

Otra situación que ha ocurrido con el distanciamiento de estos dos años en los que no ha habido contacto ni convivencia directa es que hemos descubierto en el acto académico, en la cena o aperitivo de Graduación, las consecuencias de no habernos relacionado en persona: o no sabías por qué puerta se entraba, o no conocías a la mitad o te sorprendía ver que conocías a alguien pero no sabias que era el padre del compañero de tu hijo.

Anecdotario aparte, seguimos adelante. Hemos recuperado bastante porque ya se ha podido celebrar este año como antes de la pandemia las graduaciones en todo su esplendor. Con la asistencia de todos los alumnos y sus familias, profesores y miembros de la comunicad educativa. Una verdadera alegría poder recuperar estos actos sin limitación alguna y culminar el ciclo junto a todos los que terminaron una etapa.

Por ejemplo la graduación de bachillerato. Hemos visto a unos jóvenes representantes de una etapa con mucha dificultad y sufrimiento en muchos casos pero con resultados de éxito. Nuestros jóvenes están más preparados que aquellos que no tuvieron que enfrentarse a una situación adversa. Nuestros jóvenes de ahora saben valorar mucho más y mejor las pequeñas cosas que nos ofrece la vida porque han madurado a base de pandemia y saben que cuando menos te lo esperas ocurren situaciones que no te imaginabas iban a suceder. Eso les hace abrir más los ojos, calcular mejor los tiempos y valorar lo que realmente es importante a tu alrededor.

En definitiva nuestros grandes héroes, los jóvenes que marcarán el futuro de la sociedad, no contaban con esto del virus (nadie contaba con esto) y les ha servido para mucho. Aprendieron una lección que muchos tardamos toda una vida, aprendieron a priorizar y distinguir entre lo urgente y lo importante. Aprendieron que la perseverancia es una virtud, siempre que no esté centrada en el error. ¡Aplauso enorme para todos ellos! y vaya usté condió.

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