Su propio afán
Enrique García-Máiquez
Si yo fuera rico
EN la previa del día de Reyes, el Mallorca Palma Futsal anunció el acuerdo de renovación de su entrenador, Antonio Vadillo, hasta 2026. El técnico jerezano explicaba a través de una carta a los Reyes Magos las razones del acuerdo: “Si eres feliz donde estás y con lo que tienes, no necesitas más que salud para continuar”. El idilio entre el club mallorquín y Vadillo va pues camino de los 14 años, primero como jugador y desde 2017 como entrenador. En todo este tiempo, el Palma Futsal no ha hecho otra cosa que crecer y cosechar éxitos, mientras que Vadillo está convirtiéndose en uno de los mejores entrenadores de futbol sala del mundo.
Decidí escribir este artículo tras presenciar la espectacular semifinal de la UEFA Futsal Champions entre el Palma y el Benfica, disputada en el Velòdrom Illes Baleares ante 6.000 espectadores, en la que se impuso el equipo entrenado por Vadillo por 4 a 3. Digo que decidí escribir este artículo sin necesidad de saber el resultado de la final porque para lo que quiero expresar me era innecesario saber si el Mallorca ganaba o no la Copa de Europa.
Porque lo que quiero poner de manifiesto es el talento, la voluntad, la disciplina y el mérito de este emigrante jerezano, que además es inmensamente feliz en una tierra que le dio la oportunidad de trabajar y vivir de su pasión, el fútbol sala.
Al mismo tiempo recordar aquellos maravillosos años en que Jerez llegó a tener la fortuna de gozar de un equipo en la máxima categoría del fútbol sala español. Todo ello gracias al talento descomunal de un puñado de jugadores de la tierra como Oliva, Luceño, Zarzana, Montoya, Campaña o Pareja entre otros, unido a la aportación de algunos foráneos como Younes, Villaça o Edesio, que llegó a ser considerado años después el mejor jugador del mundo. Pero nada de esto hubiera sido posible sin la aportación de un loco del deporte, tendero de los de toda la vida, Manolo Leira, presidente del Garvey, después Caja San Fernando, que lo mismo conducía la furgoneta para llevar a la plantilla a jugar un partido, que atendía a los medios de comunicación al tiempo que vendía dos kilos de patatas y que ponía el dinero que no tenía.
Pero cuando la capital mundial del deporte, como le gustan llamar a muchos de los politiquillos que han pasado por el Ayuntamiento de Jerez, sólo lo es capital de boquilla y no de hechos, épocas gloriosas y de estar en la élite suelen tender a desaparecer. Si el Ayuntamiento no ayuda, no hay empresas jerezanas dispuestas a invertir en nuestro deporte y prevalece la desunión y a las primeras de cambio, por el motivo que sea, aparece otro club rival en cualquier barriada de Jerez. Pues lo dicho, capital solo para ganar un puñado de votos, para hacerse unas cuantas fotos en el Circuito un fin de semana al año y poco más. Ni fútbol, ni fútbol sala, ni baloncesto, ni balonmano, ni pilotos, ni...
Mientras tanto, los deportistas jerezanos con talento tendrán que seguir emigrando fuera de nuestro pueblo para triunfar, como sigue haciendo en Mallorca Antonio Vadillo, quien sigue escribiendo páginas de oro para el Palma Futsal y sigue agrandando su figura y su felicidad. Aquí, siempre nos quedarán las palabras de Lola 'Viva España, Jerez'.
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