La lista

27 de octubre 2025 - 05:00

Me imaginé que, como ocurría en tantas fantasías leídas, un chaval me entregaba el pergamino que había encontrado en una de las muchas grutas que se escondían entre los restos semiderruidos de unas antiguas ruinas, una construcción como nunca volvía a ver semejante. «Construcción» no refleja lo que aquello fue, ni tampoco lo que aún entonces, cuando el chaval la frecuentaba, era, y es que me cuesta encontrar como mejor definirla.

El caso es que en aquel trozo de piel -del que no puedo afirmar si en verdad fue el muchacho quien dio con él, o el propio pergamino el que procuró ser hallado por aquel inquieto y curioso chaval-, estaban escritas, centradas en su parte superior, estas dos palabras -las mismas que he reproducido para titular este artículo-: «La Lista». Debajo continuaba la escritura, con claridad dividida en tres partes que se sucedían. Cada una de ellas llevaba su propio encabezamiento: «Factor P», Factor V» y «Factor F» eran los titulares de las tres secciones.

La obligada brevedad de este artículo de opinión no me permite adentrarme en los pormenores de cada uno de los tres factores de los que les he escrito. Lo haré, aunque de manera concisa, y para aquellos que puedan considerarlo de su interés, en cada una de las tres semanas que seguirán -Dios mediante- a esta muy concisa introducción.

Lo escrito sobre el curtido «pellejo», lo fue por quien tuvo en mayor inquietud preocuparse de los «porqués» en lugar de los «cómos». Es difícil saber el tiempo en que lo hizo, pues el manuscrito, aun estando el cuero muy envejecido y consumido, mantenía la letra sobre él impresa, viva. De cualquier modo, no es su fecha de gestación lo que importa, es lo que nos invita a pensar lo que sí cuenta.

El primero de los enunciados, al que se refiere el pergamino aparece como «Factor P», y tiene que ver con una pregunta. Una interrogante crucial para todos nosotros, los humanos, que nunca, hasta ahora, ha sido resuelta, aunque pienso que no es imposible que con el pasar del tiempo, el avance de la ciencia y el progreso en la sabiduría, en algún lejano día pueda ser contestada, si no, tal vez, de forma definitiva y absoluta, si lo suficiente como para despejar ciertas incógnitas que lleva aparejadas, que consumen nuestra curiosidad y alteran o confunden la conciencia de lo que somos. Además, la posible respuesta a esta pregunta podría llevar implícita la aproximación al conocimiento de una cuestión que ha estado, está, y, hasta que no se conozca la respuesta, estará presente en nuestra mente desde el mismo instante en el que tuvimos consciencia, puesto que condiciona nuestras vidas, determina la ética, afecta a la moral y estructura la esperanza.

El tercero de los apartados -vamos a dejar el segundo para el último- tiene también que ver con una pregunta, de hecho es una pregunta. Pero a diferencia del primer caso, esta no tendrá respuesta cierta jamás. No obstante, el aventurar sobre las posibles alternativas es algo que nunca podremos dejar de hacer, pues en ello nos va mucho más de lo que en realidad debería irnos ¡Qué vamos a hacer!, los humanos somos así: alteramos la importancia de lo que conocemos y desvirtuamos la posible trascendencia de lo que desconocemos. Y mientras con esta torpeza nos comportamos, sufre la tranquilidad que necesitamos, padece la alegría que ansiamos y se condena la esperanza que no puede faltarnos.

El segundo de los capítulos tiene que ver con los otros dos en cuanto que también afecta, de manera relevante y muy directa, a nuestras vidas, aunque por otra parte en absoluto esté en la línea de los planteamientos que se hacen en el primero y el tercero de los apartados. La cuestión que en éste segundo enunciado se aborda, no es una pregunta, no obstante si espera una respuesta, ¿y cómo puede esto ser así?, sencillo: plantea una realidad, nuestra realidad, indeseable de hecho e indeseada, pero factible de cambio, mejorable y de imperiosa renovación anhelada. No pregunta cómo conseguirla -la realidad deseada-, cuestión que bien remite a los interesados, es decir a nosotros, pero plantea la urgente, perentoria, e inaplazable necesidad que tenemos de poner en práctica los recursos, de los que disponemos pero nos negamos a utilizar, para alcanzar lo que nos va a terminar por ser imprescindible para poder vivir, no sólo existir.

En efecto, se trataba de un curioso documento, con una lista, algo inquietante, sobre asuntos que no dejan de inquietarnos.

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