Los hechos del fútbol

Cuando el balón empieza a rodar

16 de junio 2025 - 06:30

Nos ha tocado vivir en una sociedad polarizada en extremos opuestos, donde en contra de lo que podría parecer, la desinformación alcanza límites insospechados. Los bulos orquestados estratégicamente por unos y otros están alineando cada vez más el pensamiento de la gente y anulando la capacidad de análisis y reflexión propia. Los medios de comunicación en un proceso de adaptación a las nuevas formas de comunicación social están haciendo suyos estos nuevos modos imperantes en redes sociales, es decir, posturas radicales, argumentación burda o nula y la técnica de gritar más que el contrario.

Real Madrid o Barcelona, Betis o Sevilla, Xerez o Cádiz, Mbappe o Lamine y así hasta la saciedad. Lo curioso es que ves los índices de audiencias de este tipo de programas y son realmente buenos, lo que viene demostrar con cuán poco se conforma una gran mayoría de nuestra sociedad, un poco de pan y un poco de circo sigue siendo suficiente para controlar a las masas.

En teoría lo único relevante, lo que debería importarnos, son los hechos y estos están quedando en un plano secundario. Cuando el árbitro pita autorizando el inicio del partido se desarrolla lo relevante, lo sublime, lo que da sentido. Cuando el balón rueda y los jugadores de ambos equipos corren, juegan, atacan, defienden, podemos reconocer la verdad del fútbol, la belleza y la grandeza de este deporte. El gol es un momento único, sublime, donde se funden el gozo de los que marcan junto a la frustración de los que lo han recibido. Cada jugada, cada falta, cada córner, cada regate, cada gol son los hechos que importan, y que al final te condenan a perder o te hacen ganador y ese juicio termina cuando el trencilla da por finalizado el partido.

Cuando el jugador enfila el camino del vestuario es consciente del veredicto. Porque ante el resultado final de la contienda derivado de los hechos acaecidos, solo resta aceptar las consecuencias derivadas. Los resultados han permitido a entrenadores y jugadores renovar en sus clubes o, por el contrario, les ha costado el puesto. Así ha sido, es y será el fútbol y todo lo que gira alrededor, por muchos gritos, son fuegos de artificios.

Imaginemos por un momento que estas mismas formas del fútbol imperaran en la política española, a la luz de los hechos acaecidos desde el 78 a la fecha. ¿Cuántos presidentes nacionales y autonómicos, cuántos alcaldes, deberían haber sido juzgados, cesados y encarcelados? Pues a la vista está casi ninguno. Esta es la sociedad que queremos, donde campan a sus anchas muchos aforados corruptos. Solo nos queda esperar al próximo gran caso de corrupción, que sin duda antes o después llegará. Mientras, esperamos seguiremos hablando de fútbol.

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