La esquina
José Aguilar
Las pelotas de Bildu
Por montera
EN manos de la mujer, aseveran quienes más saben, está la solución para acabar con la pobreza. En manos, asimismo, de la mujer está, al parecer, la paz. Las bofetadas, mamporrazos, collejas, cosquis que una mujer le propinó a su hijo la han convertido en madre del año. Se llama Toya Grahan, tiene seis hijos, uno de ellos varón, vive en Baltimore, EEUU, y no hace mucho tiempo tuvo que recoger del suelo de su portal el cadáver de un muchacho, asesinado. Ahora han matado a otro chico, Freddie Grey, que después de ser detenido por la policía se notificó su sospechoso fallecimiento. Ya son 8 los afroamericanos que, en pocos días, han muerto tras la detención de la policía.
Toya, al reconocer por televisión a su hijo de 16 años metido en plenas revueltas de la comunidad negra contra las policía y viceversa, salió a la calle para evitar que lo mataran como a Freddie y lo hizo a base de leches. Si es que en el fondo, del fondo, casi todos pensamos los mismo. Que hay que poner límites a nuestros hijos con un buen azote en el culo para que de adolescentes no se formen unos dictadores. Dicho por psicólogos. Pero este no es el debate exacto que quiero para hoy. Quiero que reflexionemos por qué la imagen mundial de las revueltas de Baltimore es la de la madre que abofetea a su hijo recriminándole que esté participando en la revuelta contra la Policía.
La fotografía no ha sido ni la de Obama ni la de la propia Policía. De las revueltas más violentas que se han producido en Baltimore desde que fuera asesinado Martin Luter King es la de una madre dando bofetadas a su hijo. Un chaval vestido totalmente de negro, encapuchado hasta los ojos y que tiraba piedras al la policía, eso sí, porque están hartos de ser siempre víctimas mortales a manos de los federales que al detenerlos los devuelven muertos. El último caso fue a este chaval al que después de haberlo subido a la camioneta lo dejaron en coma en el hospital donde murió. La comunidad negra saltó, como hace 46 años, pero resulta que en medio de una auténtica batalla campal, ha sido ella, la protagonista, su gesto.
La madre estaba viendo las revueltas por la tele. Reconoció a su hijo a pesar de que llevaba cubierto el rostro. Salió a buscarlo a la calle y empezó a arrearle tortazos y gritarle que se quitara la capucha para que dejara de participar en los disturbios. El debate es éste que hasta la policia lo ha alabado. Una madre, una mujer. ha podido calmar las aguas en pleno toque de queda. Un tiempo para que reflexione Obama, que aprenda de esta mujer, de esa madre y le dé unas buenas bofetadas a sus policías matones que tienen la tendencia de detener principalmente a negros y sobre todo matarlos al reducirlos. Y segundo, que los gestos de una mujer son más fructíferos que los de un hombre y media patrulla policía. Ahora recuerdo la frase de Emilio Calatayud cuando dice que una bofetada a tiempo es una victoria.
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