Postrimerías
Ignacio F. Garmendia
Zamiatin
Uno a estas alturas ya no está para tonterías, pero hay asuntos que siguen llegando al alma. Quizás todo sea que uno se explica muy mal, que puede ser el caso. Un buen amigo llegó a calificarme de "antidemócrata" por dar caña de tinta a los políticos (a sus políticos, para ser más exactos). Me quedo parado, al mismísimo punto de pedirle una cerveza con estricnica al camarero para acabar con estos perversos efectos de tanta Logse acumulada y desvariada cuanto antes. Pero he aquí que en un arreón le pregunto al buen amigo por la incógnita de la ecuación que me he perdido. ¡No quiera el cielo que democracia sea jamás igual a político! ¡Ni siquiera la ecuación inversa! Si la democracia fuera tan sólo eso sería patética, una engañifa que sólo sirve para llenarle el estómago a familias enteras (no se haga ilusiones, no, no es la suya). Creo que si votáramos y botáramos más nos iría mucho mejor. ¡Y cómo nos íbamos a reír!
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