El marquesado de Nadal

Por montera

21 de junio 2025 - 03:06

Para conmemorar sus once años en el trono, cómo pasa el tiempo, el rey Felipe VI ha concedido seis títulos nobiliarios, seis marquesados, que suponen un mensaje claro, pues constituyen una afirmación mediante ese lenguaje de símbolos con el que la Casa Real dice sin decir. En tiempos de turbulencia, crispación y deterioro institucional, el Rey señala a personas de trayectoria intachable. Los agraciados pertenecen a distintos ámbitos: Alfonsín Alfonso, abogado y ex jefe de la Casa de Su Majestad el Rey; Teresa Perales, nadadora; Luz Casal, cantante; Cristina García Rodero, fotógrafa; Carlos López Otín, bioquímico; y Rafael Nadal, tenista. El nombre del marquesado de Luz Casal refulge: marquesa de Luz y Paz. Quién lo habría aventurado hace tanto, cuando la cantante gallega agitaba los escenarios y hacía temblar a tantas juventudes. Su verbo sereno, pausado, reflexivo, el de la roquera pensativa, se antoja más necesario que nunca. Y Nadal, gloria patria, mejor deportista español de todos los tiempos. Felipe VI se marca un dobles con Rafa, reconociendo a aquel en el que tantas veces nos hemos reconocido. Su larga trayectoria comenzó cuando España navegaba viento en popa a principios de siglo XXI, y como ha sido tan extensa, ha conocido vaivenes políticos, económicos y sociales. Los peores años de la crisis, las dificultades de los recortes, el tener que empezar desde cero... En todas estas vicisitudes, España tuvo un referente en Nadal. Marqués de Llevant de Mallorca, ése será su título. Pero el título lo tenía ya en el corazón de millones de aficionados, que vimos en él un manual de coraje, resistencia, esfuerzo, superación, determinación y autoexigencia. Se trata de los valores más necesarios y más escasos en la deriva de una sociedad apaleada, autocomplaciente y que necesita apretarse al resto, resistir, creer en sí misma y en la victoria. Hay quien, jocosamente, sostiene que Felipe ha degradado a Nadal, pues lo ha convertido en marqués cuando él ya era el Rey de la Tierra, el Rey del Tenis. Pero humoradas cariñosas aparte, lo cierto es que la Casa Real se anota con este gesto el punto, el set y el partido, con un saque directo, con un mensaje que no se aparta de la senda del trabajo, del reconocimiento a la honestidad, de todo eso que tanta falta nos hace.

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