Mauricio Gil Cano

Entre la melancolía y el renacer

19 de febrero 2025 - 11:47

De Algeciras me han llegado dos hermosos libros publicados por Paloma Fernández Gomá. El primero de ellos, ‘La soledad que nos habita’ (Madrid: Diwan Mayrit, 2024). De título tan bello como elocuente, una preciosa acuarela de Karima Toufali ilustra su cubierta. Su edición tiene la particularidad de ser bilingüe, en español y en árabe. La traducción a este idioma está a cargo de Salma Moutaouakkil, doctora en Lengua y Literatura Hispánicas por la Universidad Hassan II, de Casablanca, poeta y delegada territorial en Marruecos de la Asociación de Amistad Andaluza-Marroquí.

'La soledad que nos habita' de Paloma Fernández Gomá.
'La soledad que nos habita' de Paloma Fernández Gomá.

“Quizás esa defensa de la soledad es la defensa de un mundo más justo”, apunta Alberto Torés en el prólogo, constatando en los poemas que precede “visibles resonancias de humanismo solidario, movimiento en el que se adscribe nuestra autora”. El conjunto se articula en dos partes. La primera, más extensa, incluye citas de Góngora y Lope de Vega. En ella, la poeta toma conciencia de la soledad, del frío y la derrota, del vacío que ha inundado “aquel pensamiento fértil de las auroras”. Contempla cómo el mundo que había ideado a su alrededor “se ha ido desmoronando” como las hojas secas. Llega a conclusiones pesimistas —“Ya es tarde para empezar de nuevo”— y apela a los ángeles de la soledad, a su acreditada melancolía.

El mar se hace presente en versos que indagan sobre el misterio del tiempo para descubrir “lo más parecido a un pozo sin fondo/ del que quieres huir”. Naves quemadas, pétalos desprendidos, memoria sin nombre: “Navegamos sin rumbo hacia playas desconocidas”. Pero el Estrecho de Gibraltar aparece como “vínculo/ habitado por palabras” para hacer posible el asombro. La escritora asume el miedo ante la fragilidad de la vida, así como “nuestra incapacidad para construir espacios comunes”. Cierta angustia se expresa en significativas imágenes: “la huida inadvertida de las tórtolas”. Todo se hace “invierno de distancias y sombras”. No obstante, aún cabe un brindis al sol para sentirse vivo ante “un futuro incierto”.

Un nihilismo silencioso tiñe de amargura páginas que repiten su letanía de soledades y conducen a puertas cerradas, sin salida. Un destino desolador, del que solo el amor nos salva, como acontece en “La soledad que nos acompaña”, el flamante poema que culmina la serie. Un amor sin límites que busca “la justicia entre los desheredados” y “el pan de la herencia universal”. La segunda parte, “Tiempo Covid”, acoge cuatro composiciones de espíritu crítico ante las nuevas incertidumbres que amenazan al ser humano.

El otro volumen de Fernández Gomá es su ‘Antología (1991-2023)’ (Málaga: Canente Libros, 2024). De nuevo, el prólogo es de Albert Torés García, quien anota que el Campo de Gibraltar es la estructura sobre la que se sustenta gran parte de la obra poética de esta autora. Entre el sentimiento de melancolía y la sensación de renacer, transcurren los diecinueve poemarios antologados, más un bloque de seis poemas inéditos, “que vienen a confirmar la continuidad de una obra poética sólida y solvente que se imbrica en las tensiones de su tiempo”, como afirma Torés. En la misma abundan los versos blancos y libres, pero también hay algún libro de sonetos, y rimas arromanzadas. En todo caso, dicha obra es “una mirada abierta a lo invisible”, como dijera en su momento Rafael Soto Vergés.

Desde la dirección de la revista ‘Dos Orillas’, que este año cumple sus veinticinco de existencia, Paloma Fernández Gomá viene ejerciendo una incansable y meritoria labor de acercamiento entre las literaturas de España y Marruecos, al propiciar un espacio de encuentro entre escritores y artistas de los dos países del Estrecho. Esta trayectoria ha sido reconocida con el Premio Mecenas de la Literatura Andaluza “Manuel Altolaguirre”, concedido por la Asociación Colegial de Escritores.

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