Vía Augusta
Alberto Grimaldi
La vía es (por ahora) andaluza
EL miércoles no pude dormir hasta bien tarde por culpa de un par de mosquitos que decidieron hacer parada y fonda en casa. Fui a levantarme para acabar con el problema en ayuda de algún mata mosquitos ecológico pero me asustó una sombra parecida a la de Montilla. Entre sueños, le oí censurarme: "¿Acaso no tienes corazón?". Volví a la cama sin rechistar -pónganse en situación- y la alegre pareja no paró de chupar sangre hasta que la radio empezó a hablar de la prohibición de los toros en Cataluña. Ambos se pusieron a charlar como mosquitos: "Pues yo he visto a Montilla toreando con un perro salchicha en la playa de Punta Candor con una toalla de la Junta bajo el lema Andalucía te quiere, justo detrás del Playa de la Luz", le sopló uno al otro. "¿Y cómo lo reconociste?", preguntó con gesto incrédulo el segundo (los mosquitos, aunque no lo crean, también gesticulan). "Porque pese a que iba con barba, sombrero y gafas de sol, le insistió al pobre chucho en que habían prohibido los toros, pero no el arte de torear". De esto último sabe tela Montilla, según convinieron los dípteros. Ciertamente, ya puestos, se han quedado cortos en el Parlament catalán, añadieron en su cada vez más animada conversación: ¿por qué no prohibir la paella, el gazpacho y la tortilla de patata o directamente todo aquello que tenga que ver con España? Porque vamos a ver, ¿acaso Miguel Poveda no se podría limitar a cantar rumbas catalanas en catalán? ¿Era necesario que se aficionara al cante hasta la médula? Bien es cierto que no se entiende por qué a Poveda le dio por bajar a Jerez para empaparse de los cantes de El Zambo. Sinceramente, José Montilla Aguilera (Iznájar, Córdoba), aun siendo más andaluz que un olivo -sentenció con su enorme trompa el primer mosquito-, no ha tenido la suficiente picardía. Cuando ejerció como ministro de Turismo sí que tuvo la ocasión para hacer algo grande: prohibir la siesta por decreto, sin anestesia. Pero es un buenazo, terció el segundo: nada más terminar la votación, me consta que se apresuró a decir que él votó a favor de los toros. Y tengan fe en lo que dice. Recuerden que los mosquitos aseguran haberlo visto dando naturales a un perro. Gracias a este encuentro, ambos, con sus largas trompas rectas armadas con un aguijón espectacular, se olvidaron de mí y me dejaron dormir. Por la mañana dejaron una nota: "Visca Catalunya". Y de la sombra de Montilla no había rastro. Igual lo soñé.
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