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SEGÚN el segundo Índice Mundial de Esclavitud (IME) publicado anteayer por la Fundación Walk Free, en el mundo hay más de 35 millones de personas trabajando en condiciones de esclavitud. Y no sólo se trata de países del Tercer Mundo o de economías emergentes, que ciertamente ganan este triste campeonato con la India, China, Pakistán, Uzbekistán y Rusia en cabeza en términos absolutos, sumando 22 millones de personas trabajando en condiciones de esclavitud, el 61% de la esclavitud moderna. En términos proporcionales los peores países son Mauritania, Uzbekistán, Haití, Qatar y la India. Europa -incluyendo en ella a Turquía- no se libra, pese a tener los índices más bajos: hay 566.200 hombres, mujeres y niños trabajando en condiciones de esclavitud. La inclusión de Turquía, con 185.000 esclavos modernos, agranda las cifras europeas. Pero el resto se lo reparten los países europeos con Bulgaria, la República Checa y Hungría en cabeza. España, con 6.100 personas detectadas, no se escapa de estas siniestras cifras.
Desgraciadamente no hace falta ir muy lejos para confirmarlo. Hace pocos días una denuncia realizada por CCOO ante la Guardia Civil ha desvelado que en Arahal se obligaba a trabajar a un grupo de 50 mujeres en condiciones de esclavitud. Según el sindicato, no se trata de un hecho aislado, sino de la existencia de "delincuencia organizada en el campo sevillano". Según los hechos investigados estas mujeres trabajaban sin estar dadas de alta y cobrando "poco más que peonadas del campo, a pesar de que estamos hablando de una nave industrial acogida al régimen general". Si algún desconocido se acercaba a las instalaciones se las obligaba a callarse y esconderse en los contenedores de una cercana fábrica abandonada. Cuando el encargado se ausentaba cerraba por fuera con llave las naves que, por otra parte, tampoco estaban acondicionadas para el trabajo que estaban haciendo ni cumplía las más elementales medidas para la prevención de los riesgos laborales. "Encerradas y que te escondan, eso no es explotación, eso es esclavitud" concluía con razón la secretaria general del sindicato de agroalimentación de CCOO de Sevilla.
Mientras el módulo Philae aterriza sobre un cometa tras haber viajado durante diez años y ocho meses recorriendo 6400 millones de kilómetros, en la Tierra existen 22 millones de esclavos. Sin demagogia, ¿no es un contraste hiriente?
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