Cambio de sentido

Para no olvidar

Las declaraciones del ministro Albares sobre el Sahara traen una moraleja poco edificante

Qquienes juegan desde arriba al ajedrez con los intereses, los derechos humanos, civiles y políticos o los problemas de la gente saben que cuentan, en caso de tropelía, con el comodín de la mala memoria de la opinión pública. Pedro Sánchez confía en que el simún saharaui, la tormenta de arena del Sahara Occidental, que le desdibuja el rostro y embarra de estupor a buena parte de España, pase pronto. Confía plenamente en que las gentes de a pie, que somos quienes damos o retiramos los votos, lo tengamos olvidado e indultado para cuando sean las próximas elecciones. La comunicación política se conoce todo los truquis para que los mortales pasemos a otra cosa pronto. Saben desviar el foco, cambiar un hashtag por otro, correr cortinas de humo, lanzar globitos sonda, dejar que el tiempo pase, no volver a nombrar, destacar sólo lo ventajoso de la verdad, desaparecer del mapa, aplicar la estrategia del avestruz, mandar a que hable otro, no comparecer, poner después voz suavona y regresar a las palabras redondas para recomendarnos invertir nuestra cartera de valores éticos allá donde más convenga.

Todo esto está intentando Sánchez para escurrir el bulto de su reconocimiento implícito y unilateral de la soberanía marroquí sobre el territorio que el alauita invadió y que hasta entonces estaba compuesto por ciudadanos tan españoles como usted y como yo, que llevan casi medio siglo viviendo en campos de refugiados. El asunto es tan gordo que por ahora no consigue cubrirlo de arena. Las declaraciones del ministro Albares traen una moraleja poco edificante: si un monarca poco sospechoso de ser el más democrático del mundo te amenaza con arrebatarte Ceuta y Melilla y permite que se estrellen contra las fronteras seres humanos despojados de lo básico, tú hocica y reconoce a cambio su soberanía sobre un territorio que ocupó por la fuerza. Y al carajo el derecho internacional. Es el mensaje opuesto al digno y valiente, al que sostenemos en Ucrania. Con razón la prensa oficialista marroquí, en sus viñetas, se ríe a carcajadas de nosotros… El agua de la contradicción les llega al cuello, a Sánchez y a otros líderes del llamado mundo libre, como Trump, que también abogó, por conveniencia, por un Sahara marroquí. Pero vuelven a confiar en que, para el día electoral, los votantes habremos olvidado. Olvidan que a veces no olvidamos, que en ocasiones la Historia no absuelve sino que, muy al contrario, condena al recuerdo, nos libra del olvido.

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