Quousque tamdem

Luis Chacón

luisgchaconmartin@gmail.com

El pensamiento insustancial

El populismo, cada vez más presente en todos los ámbitos -no sólo en la política-, sustituye la razón por las tripas

El subjuntivo ha muerto, el condicional agoniza y las frases subordinadas son un exotismo. Quizá el imperativo -aunque mal usado- siga teniendo futuro. Nunca faltará quien se sienta impelido a dar órdenes. A todos. La pobreza del lenguaje, oído y leído, casa mal con el hecho de que somos la sociedad que más formación ha recibido a lo largo de la historia gracias a la educación obligatoria. Y conste que no hubo un pasado mejor, aunque lo cierto es que se esperaba más de este presente. Mucho más. La realidad es innegable. Ni quienes debieran expresarse con estilo salen de los lemas simplones y de las cuatro frases con las que apuntalar sus ideas. Ideas ayunas de profundidad en la mayoría de las ocasiones. El vocabulario medio es reiterativo, vulgar y limitado. Muy limitado. La expresión pobre y el interés por los matices nulo. Y con esas mimbres, pocos e inservibles cestos vamos a tejer.

El problema de fondo es evidente. Nuestras elites supuran vulgaridad. Los maestros se convirtieron en funcionarios. Los intelectuales militan, cuando debieran inspirar y el espíritu crítico debe ser un personaje de una película de fantasmas. Hace un siglo, quienes sabían leer disfrutaban de mejores referentes que los que se nos ofrecen en estos días. Hoy, se presume de incultura. Sencillamente, porque parece más cercano y natural. Hay que hacerse pueblo. Vivir lo simple. ¿Y por qué no lo excelente? El populismo, cada vez más presente en todos los ámbitos sociales -no sólo en la política-, sustituye la razón por las tripas, lo exquisito por lo vulgar, el individuo por la masa y alardea de soluciones fáciles para cualquier problema. Se está reduciendo tanto el lenguaje que cada vez es más difícil expresar una idea, emoción o concepto con un mínimo de complejidad. Aunque sobren emoticonos cuya interpretación está al albur del lector.

No sabría definir las causas de esta simplificación del pensamiento, pero colijo que la desaparición de las sutilezas, la ironía, los dobles sentidos, los matices, las metáforas y los tiempos verbales que expresan posibilidad o mera suposición, nos impedirán definir problemas complejos y razonar sus posibles soluciones. Cuestionar con raciocinio es casi una excentricidad. Cuando eliminemos del lenguaje todo lo que es relativo, se borrarán los colores de la paleta y sólo quedarán el blanco y el negro; adhesión u oposición y por ende, enfrentamiento e irracionalidad.

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