Habladurías

Fernando / Taboada

De perroflauta a diputado

09 de noviembre 2014 - 01:00

ALGUIEN calculó mal. Cuando se apelotonaban en la Puerta del Sol, o en la plaza del Arenal, con sus tiendas de campaña y sus megáfonos, con sus juegos malabares y sus soflamas asamblearias, hubo quien se atrevió a echarles un pulso desde el poder, pensando que toda aquella gente, por muy indignada que estuviera, no tenía ni media bofetada. Alguien se sobró invitándoles a jugar con las mismas cartas. Les dijeron que ni cortando las calles, ni acorralando el Congreso, ni tocando los bongós, se arreglan las cosas en democracia, y que si querían cambiar el sistema, lo mejor es que dejaran de hacer el indio y fundaran un partido para presentarse a las elecciones. Como hace la gente de orden.

Ea, pues ya lo han fundado. Se llama Podemos y tiene sus candidatos para las elecciones. Como hace la gente de orden. Para colmo -según las encuestas- tienen todas las trazas de pegarle un buen mordisco a la tarta parlamentaria.

A aquellos perroflautas ya no se les ve como a unos niñatos a los que se quita de en medio repartiendo bocadillos de faláfel y montándoles conciertos de cantautores más o menos rastafaris. Ahora se les mira con recelo porque tienen el favor de un puñado de ciudadanos bastante hartos de ese golferío político que ha batido todas las marcas.

Es curioso, pero los mismos que censuraban a los jóvenes, por la somnolencia política en la que parecían haberse instalado, son los que ahora los acusan por ser una amenaza para la democracia. No sé, pero si conseguir que muchos desencantados (que dejaron hace tiempo de votar) vuelvan a acudir a las urnas es una amenaza contra el sistema democrático, a mí me tienen que explicar otra vez en qué consiste la democracia.

Para ser un partido al que acusan de no presentar un programa claro, llama la atención que las peores críticas le caigan precisamente porque sus propuestas suenen a utopía soñada desde los columpios, cuando no los atacan por querer imponer una dictadura entre soviética y caribeña. Pero ni creo que entre los simpatizantes de Podemos haya demasiados nostálgicos del estalinismo ni me parece mal que el cabreo ciudadano en España vaya contra la corriente europea, donde ese cabreo se está decantando hacia unas formaciones que tontean con el nazismo.

Hay quien quiere asustarnos diciendo que viene el coco, que si Podemos un día gobernara, guillotinarían a los reyes, o que al Corte Inglés, una vez nacionalizado, tendríamos que ir con una cartilla de racionamiento. Cabe la posibilidad de que impusieran las camisas con cuello Mao, o que prohibieran los libros de Fernando Savater, pero entonces les iba a durar poco la fiesta. Sea como sea, en un aspecto sí que estoy de acuerdo con que esta gente suponga una amenaza contra el sistema. Contra el sistema democrático no sé, pero sí contra el sistema nervioso de todos aquellos que ven peligrar su escaño: esos que en mala hora tuvieron la ocurrencia de pedir a los indignados que fundaran un partido.

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