Un poquito más de humanidad digital

Disculpa que te perdone

27 de julio 2025 - 02:12

Para empezar, es la fórmula más discriminatoria y controladora que existe en la faz de la tierra que merma, además, la libertad de las personas por el control que ejerce sobre nosotros. Está pensada para ingenieros informáticos, casi. Es la herramienta estrella para minimizar costes, que permite llegar donde nadie puede y permite a la industria, al mercado, a la administración, a todo aquél que quiera y pueda saber todo, absolutamente de nosotros.

Permite “getarnos” en el futuro inmediato y hacer un uso que puede vulnerar el derecho de las personas. Su afán de mercado es controlar todo lo que hacemos para diseñar productos al mínimo coste, reducir la capacidad creativa de las personas y así diseñar productos estándares. Permite conocer nuestros hábitos de consumo, comportamiento, peso, talla, ritmo cardiaco, enfermedades, a qué hora nos acostamos, cuanto tiempo dormimos, donde viajamos, a qué hora compramos, niveles de renta..en definitiva construyen con máxima certeza un perfil de consumidor induciendo e influyendo en nuestra libertad mediante los canales de marketing potentes como redes sociales. ¿Quién no ha recibido un mensaje en su mail, Facebook o instagran publicitando algún producto que hace un rato has estado mencionando en una conversación cerca de tu móvil?

Por otro lado la digitalización de la administración prometió un entorno sin papeles y más ágil, eficiente, seguro y cómodo. Sin embargo, para muchos ciudadanos, esta “revolución” tecnológica ha supuesto un simple cambio de formato: de la burocracia física y presencial a una burocracia digital, igual de complicada o mucho peor y, a menudo, más frustrante. Con miles de contraseñas, códigos, doble factor, biometrías y “la madre que los parió”.

Las sedes electrónicas o digitales de diversas configuraciones y procesos diferentes que necesitan un ingeniero informático e incluso un abogado, que nadie o muy muy pocas familias, autónomos y empresas tienen en su día a día, ni pueden pagarlo. Antes, el ciudadano se enfrentaba a interminables colas, formularios en papel y sellos de tinta. Hoy, aunque buena parte de los trámites están en internet, la realidad indica que rara vez resulta más cómodo o sencillo.

La “administración sin papeles”, que tanto invocaron, más allá de eliminar los obstáculos, los ha transformado en nuevas barreras y falsean el momento menos oportuno teniendo que empezar de nuevo. La digitalización se nos vendió como una herramienta -no al alcance de todos- para eliminar cargas administrativas y facilitar la vida del ciudadano, un ciudadano que es discriminado si no tiene formación y habilidad para sobrevivir en este nuevo entorno. Porque muchas veces ni el del banco o el funcionario de turno sabe hacer ni explicarte como hacerlo.

En este sentido solo ha cambiado el lugar del obstáculo y ha mejorado o eliminado en muchas empresas, administraciones y organizaciones los costes de atender presencialmente a los consumidores o usuarios. Es cierto que existen administraciones y empresas que sí han logrado el cambio, pero muchas, muchísimas otras lo único que han conseguido es quitarse de encima la dificultad y el coste para endosarlo al ciudadano vía online. Siguen pidiendo documentación innecesaria o te exigen los mismos datos varias veces generando trámites reiterativos que ya deberían resolverse automáticamente. Es agobiante para los usuarios y profesionales la falta de coordinación entre administraciones que acaban generando una ingente “burocracia digital”. ¿No habéis vivido y sufrido que para un mismo trámite uno deba identificarse mediante métodos distintos, con instrucciones poco claras o contradictorias? Esto lo que provoca es que excluye, discrimina, aumenta costes y deja fuera a los menos habituados a la tecnología o a quienes sufren la brecha digital. Por favor un poquito más de humanidad digital y vaya usté condió.

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