La esquina
José Aguilar
Las pelotas de Bildu
Por gentileza de su autor, me llegó el libro y empecé a hojearlo con curiosidad. Llamaba la atención la historia de un escritor jerezano que me era absolutamente desconocido. El seguimiento de su apasionante peripecia vital y literaria me atrapó de tal manera que abandoné cualquier lectura entre manos hasta concluir el volumen. Se trata de la obra El cuentista que decía la verdad. Francisco Burgos Lecea (1898-1951), un escritor de vanguardia olvidado (Editorial Dalya, 2016) con la que Mauricio Gil Cano reconstruye de una manera minuciosa la vida y obra de este escritor del que nadie sabía nada. Un trabajo lleno de un rigor no exento de pasión, pues mucha pasión se hace necesaria para poner en pie e iluminar la trayectoria de alguien a quien la historia no solo ha olvidado, sino prácticamente laminado. Inquieto y heterodoxo, tal vez como el propio autor, rebelde e idealista, vanguardista en el arte y comunista en la política -aunque vitalmente cercano a la acracia-, Burgos Lecea fue depurado como funcionario y encarcelado once años tras la posguerra para fallecer a los pocos meses de su liberación. Su figura crece ante los ojos gracias a esta labor de indagación que lo rescata de "la desolación del olvido" en palabras de Juan José Téllez, autor del excelente prologo que precede a la obra. Gil Cano ha hurgado en hemerotecas y archivos, buscado en librerías de viejo y perseguido el rastro del autor a través de otros autores contemporáneos y ha logrado un relato lleno de atractivo y documentado hasta el detalle (certificados, partidas, expedientes…). Por añadidura, nos muestra algunas de las obras narrativas de Lecea (no fueron publicadas las dramáticas), que resultan de una candorosa belleza. El libro fue presentado el pasado martes en Cádiz en un entretenido acto con amigos, vino de Jerez, mar y puesta de sol. No sé cuándo o si habrá presentación aquí, pero acudan si se hace y, sobre todo, lean la obra. Coincidirán conmigo.
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