Sánchez y Trump, parecidos razonables

¡Oh, Fabio!

25 de julio 2025 - 03:06

Le tocaron, como a todos los hombres, malos tiempos para vivir”. La frase es de Borges recordando a uno de esos antepasados a los que tanto gustaba frecuentar en sus escritos. Tiene algo de razón el divino ciego, porque si repasamos la historia más reciente de España veremos que la mayoría de las legislaturas se vivieron con angustia por amplias capas de la población. Hasta la tan mitificada Transición fue una época de gran incertidumbre: terrorismo, golpismo, conflictividad política y laboral... No digamos el último felipismo de Roldán y los GAL, o el aznarismo de la Guerra de Irak y el zapaterismo del negacionismo de la crisis. Para hablar de Rajoy solo hay que recordar a su ministro de Hacienda, el procés y la Gurtel... Y Sánchez. Todas las generaciones han vivido sus particulares malos tiempos y a nosotros nos ha tocado el sanchismo, la versión hispana de esa oleada de populismo y tentaciones iliberales que azota al planeta, que en algunos lugares se disfraza de motosierra y en otros de “progreso y avance social”.

No es una idea nueva, pero cada vez sorprende más las evidentes conexiones que hay entre el presidente de EEUU y el de España. Tanto uno como el otro han hecho lo posible por dividir a sus respectivas naciones en dos bloques irreconciliables. En el caso español se ha plasmado en la teoría del muro y la obsesión de extermino de eso que llaman “la derecha y ultraderecha”. Los dos mandatarios se han empeñado también en señalar y desprestigiar a aquellos gremios que les pudiesen poner obstáculos a sus ansias de poder, como los jueces y la prensa; o han hecho correr todo tipo de bulos y medias verdades para convencer a los suyos (solo a los suyos) de que están en marcha siniestras conspiraciones para impedir la recuperación de la grandeza de EEUU o el “progreso social” de la España plurinacional. Ambos no han dudado en retorcer sus sistemas constitucionales si con ello podían conseguir algún rédito político. Y ambos han confundido la familia con el Estado.

Lo único que diferencia a Trump y Sánchez es la espuma de los discursos, la verborrea política de la que tanto les gusta abusar, ultraconservadora el primero, progreautoritaria el segundo. Pero eso no son más que sombras platónicas en la cueva del mundo, engaños y falacias. Lo relevante es que ambos tienen un sentido mesiánico del poder y han terminado creyéndose dioses, pero sin el porte del Danny Dravot en El hombre que pudo reinar.

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