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Felipe Morenés y de Giles

Siervos de la gleba

08 de octubre 2025 - 09:51

LOS siervos de la gleba eran campesinos de la Edad Media, vinculados legalmente a una tierra (la gleba) que no podían abandonar y que era vendida o donada junto con ellos al cambiar de señor. Se encontraban en una posición social y jurídica intermedia entre la esclavitud y la libertad debiendo trabajar las tierras del señor feudal a cambio de su protección. Eran considerados los más bajos del escalafón social.

Comienzo con esta definición para comentar lo que ha sucedido en Jerez de repercusión nacional y que ha sido la no contratación de producción de remolacha azucarera. Esto ha sido el canto del cisne. La crónica de una muerte anunciada. Desde nuestra incorporación a la CEE la producción de remolacha azucarera fue condenada, compensada con el caramelo envenenado de una compensación económica a los agricultores y también a las fábricas azucareras. Estas últimas mejor remuneradas que los agricultores además con la probabilidad de seguir funcionando importando bagazo de caña de países como Cuba y Brasil. Pero a los agricultores propietarios de unos derechos de producción se les terminaron con aquella indemnización.

Desde aquel instante las alternativas de producción se recortaron sensiblemente pues la remolacha era una alternativa positiva y gran generadora de economía inducida y empleo. Bien es sabido que la remolacha es un cultivo nómada que agota los recursos de la tierra y que emigra de unas áreas esquilmadas a otras vírgenes. Ese era nuestro escenario, pero no obstante ello se continuaba produciendo un millón y cuarto de toneladas con una cuota del 26 por ciento del consumo del azúcar nacional.

Jerez ha emigrado de una economía agraria con una importante incidencia en la generación de empleo y riqueza a una sociedad más cosmopolita, urbana, diversificada, que no depende de la lluvia y el viento para la estabilidad de la subsistencia. Incluyo en estos comentarios a bodegas y viñas. Incluso hemos llegado al absurdo de estar considerado de inferior clase social la actividad agraria y el empleo necesario para su operatividad.

Días atrás, en la asociación ASAJA tuvimos una sesión de coloquio con la consejera de Empleo de la Junta de Andalucía, abogados laboralistas y funcionarios provinciales de dicha Consejería de Empleo en la cual, amen de otros ítems, se constató la reducción drástica de trabajadores de la rama agrícola a lo cual yo añado que los que van quedando es porque su edad y su formación no les permite cambiar. Ello está conduciendo a nueva fórmula para realizar las faenas agrícolas cuales son las empresas que contratan con los empleadores para realizar faenas especificas bien sea por jornal o como llaman en el campo, por cuenta.

Es decir, por trabajo realizado. Conocí un Jerez boyante de empresas transformadoras de la producción agraria cuales eran las fabricas de azúcar, las desmotadoras de algodón, harineras, fabricas de piensos, extractoras de aceite de girasol y en el sector vitícola los almacenistas que añadían valor a sus viñas criando vino para los grandes bodegueros.

Todas estas industrias que añadían valor a la producción agrícola primaria han desaparecido, dejando la actividad agrícola casi sin alternativas e producción. Mas está apareciendo, desarrollándose a gran velocidad, un cultivo que está generando pingues beneficios a los agricultores cual es el olivar en seto, en intensivo, que necesita escasa mano de obra pues se recolecta y cuida con máquinas que abundan para alquilar, pues nuestra provincia es de producción precoz.

Pero lo que me asusta es que nuevamente los agricultores continuamos siendo siervos de la gleba; no participamos en el valor añadido de nuestra producción y el día que por cualquier circunstancia el viento sople en contra las extractoras harán las maletas dejando desvalidos a los productores. Existen grandes agrupaciones, cooperativas de segundo grado como es Dcoop y otras más pequeñas que permiten estabilidad y retorno a los productores.

Los he visitado y nos han visitado. Y les he propuesto que promocionen una cooperativa o cualquier otra forma jurídica en la cual los productores controlen su sector, su cuota de mercado y defiendan sus intereses sin la indefensión del agricultor ante la poderosa industria. El Servicio Nacional del Trigo, más adelante llamado SENPA, produjo estabilidad y beneficios al agricultor. Y fue fundado por dos jerezanos, don Miguel Primo de Rivera y Sáenz Heredia, Ministro de Agricultura, y don Manuel de Goitia y Angulo, Conde de Villamiranda.

Por mi edad, mi tren ya ha pasado, pero toco la campana de arrebato a los muchos y buenos hombres en el cenit de sus vidas para que aprendan de los errores y colectivicen sus producciones -olivareras en este caso- y funden una almazara para ser dueños de su cuota de mercado, pudiendo integrarse en una cooperativa de segundo grado para adquirir fuerza y financiación. Solo así seremos estables; podremos resistir los vaivenes del mercado y tendremos estabilidad. Participaremos en la riqueza del valor añadido a nuestra producción y no seremos más siervos de las grandes industrias.

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